lunes, 26 de mayo de 2008
domingo, 25 de mayo de 2008
Una sólo de ellas.

La soledad, la falta de encuentro, la desilusión de lo que debería haber sido y no es, son fantasmas que se instalan como “karma” en la generación que cruza el umbral hacia la adultez…
La generación no del estar, sino del ser solos...
Yo soy sola. indaga en la vida de cuatro mujeres. Cuatro historias. Cuatro miradas.
Vera quiere ser la mejor, pero... ¿en qué?
Lina quiere al príncipe azul, pero... ¿dónde encontrarlo?
Mara quiere un hijo, pero... ¿con quién?
Inés quiere casarse, pero... ¿cómo?
Las cuatro quieren ser “felices”, pero... ¿de qué “felicidad” están hablando? ¿Cuál es el “modelo” a seguir? ¿Cómo se construye uno nuevo?
Yo soy sola. es una “comedia dramática” que habla de mujeres, (y de hombres) que no encuentran, que no entienden, y se preguntan cómo se construye el amor en los tiempos que corren...
A esta nueva generación, los sociólogos la llaman “la generación del silencio”, mujeres sin un modelo de ser mujer...
Entre logros profesionales, carpetitas tejidas al crochet, inseminaciones artificiales, príncipes azules que no llegan, casamientos, espermas comprados y congresos feministas, Yo soy sola. intenta dar voz a este silencio..."
Diario nuevo.
Y después dicen que no hay nada nuevo bajo el sol. Tarde otra vez, se agotó la primera edición antes de que yo lograra huir de sábanas ajenas el domingo 18. Llegué para la de hoy. Otro diario dominical, ¿le seguirá los pasos a "Perfil"?, me parece que el proyecto es menos ambicioso, "tendrá sólo distribución en capital y Gran Buenos Aires decía la gacetilla que leí hace unas semanas. Pero vayamos a lo importante, el diario. 56 páginas a color, formato tabloide : "Para los que piensan que hay más de una realidad. Para los que piensan que hace falta otra mirada. Para los que piensan”.“Miradas al sur” es el nuevo proyecto editorial del empresario de medios Sergio Spolski, que hace pocos meses adquirió “Buenos Aires Herald”. El diario se completa con una revista. "Asterisco" y la entrega de un dvd, el de este domingo es sobre la vida de Walsh.
Hay una especie de entusiasmo editorial, dos diarios en un mismo trimestre es un panorama más que entusiasta. Vivimos tiempos ciber-mediatizados, los bloggers son los nuevos protagonistas, la noticia cada vez más breve es la vedette y entre tanto aire efímero, un diario. Sorprende la cantidad de notas de "el interior"(para ser un diario dominical) al menos en materia política. En cuanto al diseño tiene bastantes rasgos estilísticos en común a "Crítica", no así en el contenido de la información. Todavía no queda del todo claro la distribución de las secciones y de qué va cada una, eclecticismo periodístico, que le dicen. Las notas están bien escritas, hay de fondo una nostalgia de cuando todos éramos jóvenes, de izquierda y militábamos, quizás sea por los nombres, además de Anguita, el staff se completa con: Ricardo Ragendorfer, Rubén Pereyra, José Vales, Francisco Balazs y Pablo Orsi (editores), Walter Goobar y Francisco Cofre (redactores especiales) y Aldo Ferrer, Enrique Vázquez, Felipe Yapar, Jorge Busico, Gabriel Michi, Carlos Polimeni y Noemí Cohen (columnistas). La responsable de diagramación es Sara Paoletti y el editor fotográfico es Nicolás Anguita.
Todo proyecto nuevo genera entusiasmo y más si es un diario de papel. En estos días de besos por celular, sexo por mail y orgías por chat, está bueno que el papel tenga algo para decir. Quizás sea mi perversión fetichista para con el papel y más de uno me dirá que los diarios terminan envolviendo huevos. Aunque muchahos, seamos honestos, lo dicho nada tiene que ver con lo escrito. La palabra impresa, sigue pesando, aunque nomas sea en la memoria de los que todavía leemos.
sábado, 24 de mayo de 2008
Suerte o destino.
Ella se levantó tarde otra vez.
El señor Vicente acaba de bajar del avión.
Ella se quedó sin excusas hace rato, llama desesperada a una compañera, le ruega, le implora que la cubra.
El señor Vicente esta cansado de tanto viaje.
Ella pide un remís y aprovecha el tiempo del viaje para cambiarse y maquillarse en el auto.
El señor Vicente sólo piensa en conseguir un taxi que lo deje en su casa.
Ella en el viaje piensa que no puede más, que esta cansada, que si dejara por un momento de pensar en él, que se fue y que no va a volver, tal vez todo sería menos pesado.
El señor Vicente dejaría el equipaje y se iría con lo puesto si fuera por él, quiere llegar y por fin descansar.
Ella repasa mentalmente todas las tareas que debe hacer a velocidad de rayo apenas llegue.
El señor Vicente no trae regalos para nadie.
Ella ruega que el avión no parta, piensa que si sigue así un día de estos va a llegar y lo va a ver desde la pista levantar vuelo sin ella dentro.
El señor Vicente hace unos pasos con su abultada maleta y para un taxi.
Ella llega más que justo, se alegra de haber adelantado su reloj 15 minutos, son 15 minutos menos tarde, piensa.
El señor Vicente se va por fin del aeropuerto rumbo a su casa.
Ella por fin se sube al avión.
Tres meses después.
El señor Vicente vuelve a viajar y
Ella le solicita el pasaje y le indica donde esta su asiento, le dice que espera disfrute del vuelo.
El señor Vicente se da cuenta de lo bella que es, para cuando reparó en este detalle, ya habían compartido juntos 25 vuelos sin escala en bissness class.
Ella ya no llega más tarde a ningún lado, incluyendo el trabajo.
El señor Vicente no sabe como llamar su atención y la solicita a cada rato con una excusa diferente.
Ella no espera más a ése que se fue y nunca más volvió. Por fin empieza a pensar que el amor puede estar en cualquier parte y que a veces es suerte y otras, destino.
viernes, 23 de mayo de 2008
Summertime.
jueves, 22 de mayo de 2008
Contar las cosas.

martes, 20 de mayo de 2008
Salgo del drama y escribo otro, al menos no autobiográfico. Intento de cuento policial. Sean ustedes bienvenidos.
Cuestión de fe.
I
Mi primer franco en 6 meses, en una semana y media las vacaciones, más no se podía pedir. Había sido un año movido, mi traslado de la federal a la de provincia, pedí el cambio harto ya de los robos a jubilados, las denuncias de falsas llamadas por falsos secuestros, los chorros de celulares y los cuentos del tío que para mi asombro siguen garpando y como, ni los argumentos cambian los muy turros.
En esas instancias rumbeaba lo mío, después de las merecidas vacaciones, el traspaso definitivo.
Los planes para esa noche, encuentro con amigos, asado y algunas copas de más sin culpa, debía reportarme en la comisaría después del medio día.
La última vez que mire el reloj: las 4 y media de la mañana. Lo ideal sería dormir hasta tarde y caer en la seccional con una pizza, eso nunca fallaba.
En lo mejor del sueño, suena el celular, "no atiendo ni en pedo", a los 2 minutos, el celular de la comisaria. Ya no me podía hacer el boludo. Me incorporé como pude y atendí:“Hola, ¿Tolosa? le habla el comisario Martinez, tiene que venir a Lomas, hubo un crimen en el psiquiátrico que esta cerca de la estación, le mandaría un móvil pero la verdad es que los tengo a todos ocupados en este asunto, usted comprenderá. Ya le explicaré más detalladamente cuando llegue. Apúrese”. Eran las seis menos cuarto, un taxi me comería lo que me quedaba de sueldo, no tenía opción, colectivo, tren y subte. Llegué a las 7 y media. Apenas estuve en el lugar y ví el despliegue pensé, hoy va a ser un día largo. (sigue acá)
domingo, 18 de mayo de 2008
Estoy en la instancia en la que me harto de hablar sobre mí, de escribir de mí, en el momento en que los textos me llevan más que un par de horas y que la búsqueda en y para el texto, es ardua, trabajosa, casi como dijo Fito de Pity, en un recital: "observen bien, porque lo que hace este muchacho es un trabajo de orfebrería", en eso pensaba hoy cuando me senté en la pc a revisar por enésima vez el cuento policial que escribí la semana pasada. Se lo leí a él, le gustó, lo noté, hice pequeñas pausas en los momentos claves para ver si lo atrapaba el relato, pequeños silencios que lo sacaban de timing y me decía, "dale, dale, seguí", pero igual al final noté como que hubiera esperado más del texto, no me lo dijo, pero me di cuenta igual. "Me encanta como lo leés me dijo", no me dijo, "me encanta lo que leés", mujeres, nada nos viene bien.
Ya mandé los sumarios, ya me dieron el ok de un par, ya estoy produciendo las notas, ya tengo fecha de entrega, de cierre de edición y sin embargo, ese gustito de falta algo, quizás sea el fetiche del papel, de la cosa impresa.
Me pica lo de recibirme, lo del título y me rasco a destiempo, así no, nena.
Menos mal que no quería hablar de mí.
Temporada estival.
jueves, 15 de mayo de 2008
Mimos a la derecha por favor.
No sé mentir, debería haber aprendido un poco, o al menos algo parecido, a simular, a no decir nada o hacer como que acá no pasó niente, pero no puedo, no sirvo. Mañana cuando llegue al laburo me van a preguntar: "¿ Y, cómo te fue?", hasta el perro sabe que me quedan 6 finales, hasta el perro aprendió a contar y cada vez que se acerca la bendita fecha de examen pone cara de:"¿y, tacho o no?" Mi cara lo dice todo, mi cuerpo es la antesala de la verdad. Después de esperar más de 9 horas para rendir un final me fui antes de que me llamaran, otra vez sopa, pensé que esa era una parte que se clausuraba después de que en una situación similar logré dejar mi conducta abandónica y rendí un condenado final, pensé que esa era la vuelta definitiva a las pistas o más bien a las aulas, pero se ve que no, se ve que no estoy tan curada. Las primeras horas pasaron apacibles, las últimas una tortura, no era capaz de reponer una palabra, un concepto, dar lástima no es lo mío y pasar vergüenza tampoco me inspiraba. Salí de la facultad y me tomé el primer colectivo que vino, pura coincidencia que me dejara cerca de casa. Llegué derrotada, me tiré en la cama y no pronuncié palabra, no hizo falta, a esta altura mi accionar, a veces patológico, desplegó grandes lectores de indicios. Mi madre dice barbaridades, por lo bajo, como para que me sienta sumamente culpable pero evitando la mediación cara a cara, sabe que no tengo fuerzas para el embate. Mi hermana me acaricia la cabeza hasta que me quedo dormida. Me despierto al rato, como a las 2 horas, estoy sola, me asusta Juanito que emerge de entre las sábanas, me guiña el ojo y se acurruca al lado mio, me cuenta que hoy fue a la veterinaria, que le cortaron las uñas y que le aplicaron una inyección porque tuvo un desgarro, "sí, eso de no poder estirar bien la patita finalmente era un desgarro", me dice. No emito sonido, al rato como quien no quiere la cosa me interpela, che y vos para contar nada, no?
martes, 13 de mayo de 2008
viernes, 9 de mayo de 2008
Aguafuerte del fusilamiento de Di Giovanni.
Todos vamos en busca de Severino Di Giovanni para verlo morir.
Espacio de cielo azul. Adoquinado rústico. Prado verde. Una cómoda silla de comedor en medio del prado. Tropa. Máuseres. Lámparas cuya luz castiga la oscuridad. Un rectángulo. Parece un ring. El ring de la muerte. Un oficial.
«...de acuerdo a las disposiciones... por violación del bando... ley número...».
El oficial bajo la pantalla enlozada. Frente a él, una cabeza. Un rostro que parece embadurnado de aceite rojo. Unos ojos terribles y fijos, barnizados de fiebre. Negro círculo de cabezas.
Es Severino Di Giovanni. Mandíbula prominente. Frente huida hacia las sienes como las de las panteras. Labios finos y extraordinariamente rojos. Frente roja. Mejillas rojas. Pecho ribeteado por las solapas azules de la blusa. Los labios parecen llagas pulimentadas. Se entreabren lentamente y la lengua, más roja que un pimiento, lame los labios, los humedece. Ese cuerpo arde en temperatura. Paladea la muerte.
El oficial lee:
«... artículo número.. ley de estado de sitio... superior tribunal... visto... pásese al superior tribunal... de guerra, tropa y suboficiales...».
Di Giovanni mira el rostro del oficial. Proyecta sobre ese rostro la fuerza tremenda de su mirada y de la voluntad que lo mantiene sereno.
«... estando probado apercíbase al teniente... Rizzo Patrón, vocales... tenientes coroneles... bando... dése copia... foja número...».
Di Giovanni se humedece los labios, con la lengua. Escucha con atención, parece que analizara las cláusulas de un contrato cuyas estipulaciones son importantísimas. Mueve la cabeza con asentimiento, frente a la propiedad de los términos con que está redactada la sentencia.
«... Dése vista al Ministro de Guerra... sea fusilado... firmado, secretario...».
«–Quisiera pedirle perdón al teniente defensor...»
Una voz: «–No puede hablar. Llévenlo.»
El condenado camina como un pato. Los pies aherrojados con una barra de hierro a las esposas que amarran las manos. Atraviesa la franja del adoquinado rústico. Algunos espectadores se ríen. ¿Zonzera? ¿Nerviosidad? ¡Quién sabe!
El reo se sienta reposadamente en el banquillo. Apoya la espalda y saca pecho. Mira arriba. Lueso se inclina y parece, con las manos abandonadas en las rodillas abiertas, un hombre que cuida el fuego mientras se calienta el agua para tomar el mate.
Permanece así cuatro segundos. Un suboficial le cruza una soga al pecho, para que cuando los proyectiles lo maten no ruede por tierra. Di Giovanni gira la cabeza de derecha a izquierda y se deja amarrar.
Ha formado el blanco pelotón fusilero. El suboficial quiere vendar al condenado. Este gruita:
«–Venda no.»
Mira tiesamente a los ejecutores. Emana voluntad. Si sufre o no, es un secreto. Pero permanece así, tieso, orgulloso.
Surge una dificultad. El temor al rebote de las balas hace que se ordene a la tropa, perpendicular al pelotón fusilero, retirarse unos pasos.
Di Giovanni permanece recto, apoyada la espalda en el respaldar. Sobre su cabeza, en una franja de muralla gris, se mueven piernas de soldados. Saca pecho. ¿Será para recibir las balas?
«–Pelotón, firme. Apunten.»
La voz del reo estalla metálica, vibrante:
«–¡Viva la anarquía!»
«–¡Fuego!»
Resplandor subitáneo. Un cuerpo recio se ha convertido en una doblada lámina de papel. Las balas rompen la soga. El cuerpo cae de cabeza y queda en el pasto verde con las manos tocando las rodillas.
Fogonazo del tiro de gracia.
Las balas han escrito la última palabra en el cuerpo del reo. El rostro permanece sereno. Pálido. Los ojos entreabiertos. Un herrero martillea a los pies del cadáver. Quita los remaches del grillete y de la barra de hierro. Un médico lo observa. Certifica que el condenado ha muerto. Un señor, que ha venido de frac y con zapatos de baile, se retira con la galera en la coronilla. Parece que saliera del cabaret. Otro dice una mala palabra.
Veo cuatro muchachos, pálidos, como muertos y desfigurados, que se muerden los labios; son: Gauna, de "La Razón", Alvarez, de "Ultima Hora", Enrique González Tuñón, de "Crítica", y Gómez, de "El Mundo". Yo estoy como borracho. Pienso en los que se reían. Pienso que a la entrada de la Penitenciaría debería ponerse un cartel que rezara:
«–Está prohibido reírse.»
«–Está prohibido concurrir con zapatos de baile.»
A mi alter ego.
jueves, 8 de mayo de 2008
Y después dicen que estudian...
de la UBA y las facultades
en nueva dirección
Cerrito 1062 (y Santa Fe)
Viernes 9 de Mayo
entrada 6pe
barra barata
y chacha y guarachonga toda la noche.