sábado, 29 de septiembre de 2007

Dicho sea de paso...

Seamos honestos, la primavera no es la estación del amor, es el residuo de la promesa rota del invierno, la primavera es un cúmulo de esperanza que teníamos guardada en una cajita para que no se oxide y que mejor que los días de sol para salir a gastarla, que mejor que los días de calor para pensar que algunas cosas son posibles, la primavera es la estación que esta muerta de sed de los besos y caricias que el invierno no pudo saciar, sólo eso.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Postales

De un tiempo a esta parte, cada vez creo menos. Tenía una listita de cosas en las que creía, que me motivaban, pero poco a poco, fueron desapareciendo. La lista de las cosas en las que no creo se parece bastante a la guía telefónica. Por lo tanto, vaya un ejemplo de lo poco en lo que todavía creo: el arte. Para ilustrarlo les mando algunas de las fotos de un amigo, él insiste en que sólo toma fotos de cosas que ve, nada más.
Karl: ojalá yo tuviera tu ojo para apuntarle a la lente!






sábado, 22 de septiembre de 2007

Temporada de besos

Y que tal les fue ayer, se cubrieron de flores, comieron rico?, salieron, vieron amigos?, bueno eso hice yo, por eso no hubo post. No, no me estoy justificando, acá entre nos, deje el temita de las flores, me aburre, porque saben que? la primavera es temporada de besos. Se pasa el frío y la gente sale de sus casas en busca de besos: nuevos a estrenar, con poco uso, con casi nada de roce, fogosos, apasionados, tímidos, justos, apretados, generosos y dulces. Me encantan los besos. Así que les deseo a ustedes una gran temporada de besos.
Y si por ahora la suerte no los acompaña y andan medio escasos de besos, no se desanimen y hagan como yo "que cuento con las alas del mar si no encuentro un ser humano que me pase a buscar."
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!Feliz Primavera amiguitos!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

lunes, 17 de septiembre de 2007

Y acá estoy yo, sentada al borde de la cama, como preparándome para una ceremonia inexistente, leyéndote, adivinando tus gestos, tu calor y mirándote a los ojos porque éste es mi regalo y ya sé que me van a decir tus palabras, así que prefiero mirarlos a ellos, celestes con un anillo marrón, imperturbables, amplios y profundos.
Tengo una decena de cuentos para leerte y un sin fin de historias para contarte, si con eso alcanzara..., pagaría con silencio si con eso alcanzara, pero no. No se, si como en el texto "hubiera sido capaz de romperte la memoria a balazos para que no recordaras nada de ninguna otra", pero en su momento, juro que hubiera luchado con todas mis fuerzas para torcer, aunque sea un poquito, al destino a mi favor.
A veces pienso que nos tiene un poco de envidia.
¿Sabes una cosa?
Me cago en el destino.

martes, 11 de septiembre de 2007

Don’t look back in anger.

So I'll start a revolution from my bed.
Siempre que escucho este tema me pregunto: ¿cómo será empezar la revolución desde mi cama?, ¿qué es?, ¿cómo la llevo a cabo?
Enfrento a la almohada y le digo que no va más, que no la quiero escuchar, que a partir de ahora la que decide soy yo, que hemos quedado mano a mano como en el tango, que gracias por los servicios prestados y que si te he visto no me acuerdo. Sigo con las sábanas, les digo que desalojo a los fantasmas que habitan en ellas soñando con el calor de manos inexistentes, les quito la ilusión de cuajo, las convenzo de que es lo mejor y que en primavera nadie se muere de frío, pero que de todas maneras siempre dejo una frazada extra por las dudas, por los recuerdos, fríos como una tarde de lluvia en pleno invierno.
¿Qué es empezar la revolución desde mi cama, cambiar el acolchado mudar el colchón, no dar más explicaciones, usarla sólo para dormir?¿Pensarme sólo como en devenir y dejar que las cosas acontezcan y contemplar como espectador sin mi bendita obsesión de anticiparme a todo?
Afuera llueve más de lo que el servicio meteorológico hubiese imaginado, la suerte no me acompaña, estos planteos son dignos en un día de sol, así que mientras mastico la idea en mi cabeza, me voy a hacer compañía, voy a subir el volumen, me voy a olvidar de todo y en principio sólo... en principio sólo eso y ya es bastante, al menos por hoy.

viernes, 7 de septiembre de 2007

Señores Teleperformance.

La impunidad se paga y a ustedes muchachos les va llegando la hora.
Todo es cuestión de tiempo.
¿A que no adivinan quién los estuvo espiando y en sus propias narices?
Sí sí, albergaron al enemigo, ¿es que acaso a Recursos Humanos se le pasó tamaño detalle?
Un desliz lo tiene cualquiera. No pasa nada, ¿o no que no pasa nada?
Yo no estaría tan segura.
Pero no los distraigo más, por favor dense una vueltita por aca
Aunque un paseíto por acá tampoco les vendría nada mal:
¡Cordiales saludos!

martes, 4 de septiembre de 2007

La espera


Son las 7 y media pasada, demasiado temprano para mí, que ayer me quedé hasta cualquier hora mirando una película, y ahora no logro despabilarme. Mi madre me recuerda que nunca me pide nada, que por una vez que me pide de acompañarla...
Me levanto de mala gana y le pongo las gotitas. Debe tener dilatada la pupila y cada 15 minutos se repite la ceremonia: ella dice que abre los ojos, en realidad apenas traza una línea divisoria con sus dedos entre ambos párpados. Acto seguido trato sin éxito de sumergir una gota dentro del ojo, no hay caso.

-¡Te dije que no puede tocar la pestaña porque es estéril, pero parece que lo hicieras a propósito!, no le digo nada, le acaricio despacio la cabeza y le digo que fue mi error, pero que esta vez va a ser diferente, me esfuerzo e introduzco una minúscula gota sin siquiera rozar los párpados. Se pone contenta, me dice que el pantalón que tengo puesto me queda muy lindo y que se nota que estoy más delgada. Le estoy a punto de decir que no puede verme porque tiene la pupila dilatada y a esta altura esta casi del tamaño del blanco del ojo, pero me callo, arruinaría el momento, acaba de tener un gesto generoso, para que estropearlo me digo. Caminamos hacia el colectivo. Ahora reclama que no hay monedas, que siempre lo mismo, que si ella no se ocupa, nadie hace nada. Consigo las benditas monedas, subimos al colectivo. Llegamos al consultorio, un cuadrado de un ambiente que simula ser una sala de espera. El lugar esta atestado de gente. Unos a otros se miran con desgano esperando que alguien deje disponible alguno de los siete asientos por ahora ocupados.
- Y... va a tener que esperar un ratito, dice la secretaria, toda esta gente está para el mismo estudio señora. Mi madre frunce el ceño.
- Escuche señorita, a mí me citaron a una hora y acá estoy, yo no llegué dos horas más tarde. ¿Cómo puede ser, acaso mi tiempo no vale?
Pasaron dos horas, ya me leí de atrás para adelante y de adelante para atrás la revista que llevaba y todas las que había en la mesita ratona del consultorio. Ahora me esfuerzo por encontrarle algún atractivo a las pinturas de la pared. Mi madre conversa con el resto de los que como ella no les quedó más remedio que esperar. Esta distendida. Parece otra. Es otra. No reconozco a esa mujer que no tiene el ceño fruncido, que habla pausado, midiendo cada una de las palabras, que es amable. Un señor se descompuso porque le bajo la presión y ella se ofrece a traerle un vaso de agua. No se preocupe le dice, acá mi hija tiene un caramelo dulce, tome, eso le va a hacer bien. Agarra la última revista que hojeé hace unos instantes y lo abanica. El hombre se siente mejor y le agradece. Finalmente dicen nuestro apellido, me alivio, ya falta poco. 10, 15, 20, media hora después se abre la puerta, me preparo para recuperar apenas destellos de la mujer que entró, dolorida me dice: no me encontraban la vena y no me podían sacar las fotos de los ojos, hurgo en su cartera y trato, lo mas rápido posible de encontrar su pañuelo, se larga a llorar. Me abraza me pide perdón por la demora, por todo, caminamos hasta la parada, ella aferrada a mi brazo, las dos sin decir nada.
El estudio se repite por la tarde, decido que la voy a volver acompañar, quizás otra vez en la sala de espera encuentre a esa mujer, la que es amable, la de la sonrisa amplia, la que cocina de mil maravillas con casi nada, la que me hacía los vestiditos más lindos del mundo, esa a la que algunos le dicen que me parezco y mucho.