Hay en mi vida una mujer de la que si sé y mucho, quizás más que de mi misma.
Se las presento.
La mujer a la que no le gustaban los finales tristes.
A veces cuando las cosas entre nosotras parecen ir como rieles recién aceitados, yo, le leo a mi mamá. Lo hago porque a mi me hubiera gustado mucho que ella lo hubiera hecho conmigo cuando fui chiquita y porque sé que es algo que ella disfruta, ambas lo hacemos. Entonces por un momento invertimos los roles, se recuesta en mi cama y yo me esmero: con la selección de textos, con la lectura, con la entonación y sobre todo con los finales, porque mi mamá tiene un problema con los finales, no le gustan los finales tristes o trágicos. Quizás sea una ironía inconsciente para esquivar la propia historia, ésa en la que justamente no abundan ni los rosas ni los tonos pastel. Porque para mi mamá no hay grises, o blanco o negro y si es un negro concentrado y definido, mucho mejor. Hace poco le estaba leyendo algo que estaba escribiendo, que todavía no tenía un final, porque estaba en proceso, pero quería leerle, saber que le parecía y me dijo:- me gusta, pero que termine bien eh, hace que termine bien.
Una vez le leí un cuento que me gusto mucho, medio trágico, la historia tirante de una madre y una hija a partir de un conflicto que las marca para siempre, muy oscuro, un poco perverso lo mío quizás, quería probarla o probarme, ver cual de las dos rompía primero el equilibrio de la armonía, cual de las dos se ponía primero a la defensiva:- pero eso no es una historia verdadera no? ¿Que me querés decir con eso? ¿Vos me querés decir algo?, decímelo.
Mi mamá no me entiende cuando le hablo.
Acabo de terminar la cursada de la carrera, me faltan 6 finales y una tesina para recibirme de Licenciada en Ciencias de la Comunicación y si hoy alguien me pregunta porque elegí la carrera, creo que pese a todo, incluso a lo que ella misma cree (porque a mi mamá le hubiera gustado que su hija fuera doctora y todavía insiste con que si voy a tener matrícula o algo parecido cuando me reciba o si tengo textos de consulta obligada cuando no recuerdo algo, tipo vademécum, como tienen los médicos) diría que el motivo por el cual estudié es porque yo me quiero comunicar con mi mamá. No estoy diciendo que con mi mamá no hablamos, todo lo contrario. Nos escupimos las palabras, nos las deglutimos en un solo bocado, nos hacemos daño con las palabras, nos tiramos granadas, misiles, bombas de palabras punzantes que la mayoría de las veces salen de mi boca, una más letal que la otra, que logran dirigirse de forma inequívoca al blanco, después se me hace un nudo en la garganta, me cuesta respirar, me largo a llorar y se me acaban las palabras, pero es tarde, el daño esta hecho y las marcas son visibles.
No tengo problemas para hablar con mi mamá, es más, cada cosa que decido hacer o no, la consulto previamente con ella.
A ver si logro por una vez expresarme de forma correcta, unívoca, yo con mi mamá hablo mucho, pero sólo a veces le llego a mi mamá, sólo a veces nos encontramos en la palabra. Y cuando eso sucede es maravilloso y me gustaría quedarme a dormir en ese momento y que me acune como cuando era chiquita, cuando eso pasa pienso que si la eternidad fuera un instante, ése probablemente sería el que yo elija para vivir.
La mayoría de las veces no nos llegamos y cuando yo no puedo, los textos lo hacen por mí. Entonces víctimas las dos de un ritual conocido, nos quedamos un rato en silencio, ella me abraza o llora y me dice: -mi nenita y nos quedamos así un largo rato y para mi ya está, ya valieron la pena los bochazos, los trabajos prácticos inútiles, los 7 años que me llevo la carrera más el CBC, las puteadas, la espera del bondi y toda la mala sangre.
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