martes, 26 de febrero de 2008

Todo tiempo pasado fue más divertido.

Pienso que si este blog fuera una mujer (y no quisiera hacer comparaciones tan obvias y psicoanalíticas como: histérica, bipolar, psicótica, esquizofrénica, hiperquinética, etc) podría decir, de ella que a veces es muy de su casa, otras muy nena, otras muy maestra ciruela y otras muy que le gusta hacer la calle, en esos días andamos. Allá lejos y hace tiempo cuando éramos jóvenes, bellas y desprejuiciadas, tuvimos un blog. Por estos días postearé algunas notas, tengo ganas de conectarme con esa parte y ver que pasa. Es hora de darle a este blog un vuelco, no se preocupen no me volví pseudo-política, o neo-progresista, no voy a empezar con la demagogia del giro a la izquierda, el mío es un giro, pero hacia el periodismo.


¿Su profesión?: Conserje de telo.
Por Marina Navarro.

Cuando la noche empieza a caer y la pasión no se hace esperar, las opciones se multiplican: con hidromasaje, con ducha escocesa, cama de agua, tv, sillón erótico, cuarto ambientado para abrir paso a la fantasía, con frigobar, música; o bien sólo una cama, a fin de cuentas el único elemento indispensable."Acá pasan las cosas más insólitas pero después uno se acostumbra y ya nada te sorprende". Héctor tiene 52 y hace más de 20 años que es conserje de un albergue transitorio, como dice el cartelito de la puerta. Su hotel, está ubicado en Bolivia al 100. De afuera asoma una tímida fachada con ladrillos a la vista y una pequeña puerta con un timbre, al costado la cochera. Adentro el ambiente es algo lúgubre, las luces son tenues y todo reposa en el más absoluto silencio. "Pasa pasa por acá. Bueno, esta es nuestra humilde morada, se sonríe Héctor, paso más horas acá adentro que en mi casa". Todo luce prolijo y ordenado. Un pasillo angosto, en el final las escaleras que conducen a las habitaciones. "Vos pensá que esto no es un gran hotel de lujo, pero tiene sus comodidades. Acá hay para todo presupuesto. Tenés turnos de: 15, 20, 40, y 60 pesos, depende lo que quieras, ojo por esa plata también podes pasar la noche. Por ejemplo está habitación está full full, tenés frigobar, hidro, colchón de agua y tele con cable, pero después tenés otras más económicas. Lo que pasa es que si vos te fijas esta zona, la de Flores es toda zona de telos, entonces la competencia es difícil. Vos pones un precio y el de al lado negocia por dos pesos menos y la gente agarra viaje. Entonces lo que hacemos nosotros es dar tarjetas con descuentos especiales para los clientes, negociar con las chicas y los trabas, vos le decís: mirá si me traes un cliente hay una comisión o te damos algún turno gratis, lo vas manejando y así te traen clientes. Vas viendo, después hay promociones para las fiestas, para el día de los enamorados, acá hay trabajo todo el año. Y no hay horario, sí se mueve más de noche pero en el día también". En estos 20 años de trabajo ha visto de todo y algunas anécdotas se repiten continuamente: gente que se roba las sábanas, los toallones, e incluso hace poco descubrieron una pareja que desarmaba los televisores y se llevaba la parte de adentro. Los olvidos son lo más frecuente: "acá hay bombachas de todos los colores y tamaños, por ahí se dejan algún documento y tienen que venir a buscarlo o cosas personales. También están los que te hacen el cuento de que se olvidaron la billetera y que no tienen cómo pagarte, y piensan que por eso no les vas a cobrar, son vivos. Entonces les decís que te tienen que dejar algo como depósito y que después cuando te traigan la plata lo retiran. Nunca aparecen, y a veces te dejan cosas de valor, anillos, relojes, de ratas nomás que no te pagan".Héctor dice que el hombre es un animal de costumbre y que él se acostumbró a este trabajo y es tan digno como cualquier otro, que vive para el trabajo, para ver como pueden mejorar las cosas. Que es de suma confianza, él no va a andar "buchoneando", le ha pasado que alguna esposa sospeche y mande a averiguar, pero él no suelta una palabra, su compromiso es con el cliente, y en Su hotel hay clientes de años. "Vos acá estas para prestar un servicio, no para ver con quien anda este o aquel, cada uno sabe lo que hace, a fin de cuentas lo que la mayoría viene a buscar es un poco de intimidad".

sábado, 23 de febrero de 2008

Lo dijo mi madre.

" Y después dice del padre...
... el padre bohemio y la hija soñadora, ¡que familia dios mío!,
y después dicen que eso de los genes es verso".


PD) ella sangra por la herida, hubiera preferido un marido burgués y una hija católica y de derecha, es lo que hay má.

viernes, 22 de febrero de 2008

I

Lo ví en una película y me quedé prendada de la frase: "todo lo que me importa cabe en esta cama". En la cama: su mujer embarazada y su hija. Con el abrazo lograba contenerlos a los tres y así se quedaban hasta que amanecía.

II

¿Dónde cabe todo lo que me importa: en los recuerdos seeleccionados que vienen a mí de tanto en tanto, en en los libros que leí, en los besos: los que dí, los que me dieron y los que me quedaron pendientes, en el abrazo amplio, inconmensurable?, ¿dónde?

III

Todo lo que me importa cabe en el estremecimiento, ese que se siente en el contato y la fricción de los cuerpos justo antes de acabar. ¿Puede algo tan efímero y tan intenso ser lo único que importa?

jueves, 21 de febrero de 2008

Equipaje personal.

I
Estoy rumbo a una reunión. Estoy yendo a la cuarta reunión de lo que dentro de dos semanas será mi nuevo trabajo. No puedo llegar tarde, no voy a llegar tarde, me queda a cuatro cuadras de casa, es imposible que llegue tarde. Igual hago todo lo posible para llegar tarde, me bañé a último momento, me vestí a las apuradas y la frutilla del postre: armé un bolso descomunal, como para ir equipada. Cada vez que empiezo algo nuevo que me genera expectativa o implica un desafío me vuelvo el hombre de la bolsa.
II
La primera vez que pisé un aula como docente tenía 22 años, ellos 15 y eran unos monstruos. Me transpiraba todo lo imaginable y lugares recónditos que descubrí que uno era capaz de transpirar. Sufrí horrores esa suplencia, para colmo, después aprendí que es lo último que hay que hacer, de entrada se me dio por dar copada como para romper con el mito de la autoridad y toda esa pavada, grave error, me tomaron el tiempo y no podía contenerlos ni mantenerlos callados ni un segundo. Recuerdo ir lo más cargada que alguna vez estuve en mi vida, llevaba en mi mochila todo lo que tenía para incentivarlos, para seducirlos y sobre todo para convencerme de que si yo era dueña de todo ese material y lo había leído varias veces, entonces no podía hacer las cosas tan mal ni ser tan idiota. El asunto se había vuelto irremable y no podía pasar el trimestre y medio que me quedaba gritando como una desahuciada. Las cosas cambiaron cuando el profesor me avisó que se tomaba licencia hasta fin de año. Fue ahí que descubrí el poder del silencio. Hablar no siempre implica decir. Y gritar como una loca para que te presten atención no garantiza más que una carraspera. Fue en esos días dónde más interés mostraron y fue por ahí casualmente también donde más liviana de textos fui a dar clases.
III
Cuando era chiquita y nos íbamos de vacaciones, yo casi que me mudaba. Armaba un bolso enorme lleno de porquerías, los libritos de cabecera, esos que repetía hasta el cansancio a mis padres y a todo aquel inocente que se me acercara con ánimo de charla, las cartas, más de dos mazos por si perdía alguna o quería prestar, las barbies, tenía dos, aún hoy las tengo, una original, marca barbie y otra trucha que como me daba lástima dejarla en casa sola me la llevaba también, una cantidad inútil de juguetes, las bolsitas del tinenti que las había cosido a mano, harta ya de golpearme a mi misma con las piedras, lápices, marcadores, el libro para pintar, hojas canson blancas y de colores por si quería dibujar o armar algún collage, materiales para hacer grullas y un libro de actividades en papel que me había regalado una compañera en la primaria, que cuando lo abrí y vió mi cara de desilusión me dijo: “mi mamá dice que a vos estas cosas te re gustan”. Después lo miré con cariño y debo reconocer que hice la mayoría de las actividades. Estoy pensando si me olvido de algo en la lista, la perinola el yo-yo, el muñequito para calmar los nervios, el pony unicornio que da suerte, los tazos, los muñequitos del kinder, pero estos no eran fijas, las posta-posta están en la lista que mencioné antes. Todo eso me armaba para la batalla: por si me aburría, por si llovía, por si los grandes estaban tan en sus cosas que ni me registraban y sobre todo por si los demás chicos no querían jugar conmigo.

martes, 19 de febrero de 2008

Hasta el altar no paro.

I
Hoy vino el plomero, pierde el baño y la bacha de la cocina se tapa. Después de mucho hacer cuentas, bueno, que venga, ya vino antes, en algún momento y arregló algo que todavía anda, hace más de un año, suficiente certificado de garantía para mí.
Puede pasar mañana, a esta misma hora tipo 8 y media. Le recuerdo la dirección.
Son más de las 11 y llega fresco como una lechuga, dice que no se acordaba como llegar, claro ¿por eso las dos horas y media de demora no?
Se pone a arreglar el baño, yo en la computadora, me llama, me pide un alambre, no hay, bueno una percha o algo. Le doy al percha, la desarma, no pasan ni 20 minutos y me dice: “Bueno, ¿hay algo más asi lo arreglo?”. Va a la cocina otros 20 minutos, $120, “materiales incluidos eh”. Pongo cara de encima de que me estas engrampando tengo que decirte algo como gracias, o prefiere que diga que me equivoqué de profesión o simplemente, espere que me suicido y vengo.
Estoy a punto de pedirle casamiento no sólo me solucionaría la vida en casa, sino además solventaría la economía familiar. Me acabo de acordar que entre las pocas palabras que cruzamos me habló de sus tres hijos, una es adolescente y los otros dos todavía usan pañales, tamaño presupuesto. Pobre hombre pienso entre la carga familiar y lo que gasto en shampoo, ahorrémosle un disgusto, le sonrío y lo acompaño hasta la puerta.

II
En lo que va del mes pensé en casarme unas diez veces, mejor dicho pensé en pedirle casamiento a hombres. Por ternura, como la que me dió el patovica del boliche cuando a la entrada me pidió el documento, ok no jodamos eso es amor, tengo 26 y juro que no parezco ni uno menos, ven ahí tienen una auténtica ofrenda de amor. O el verdulero que cada vez que voy me pregunta: ¿algo más bebé?, como si fuera una nena a la que mami mandó con la lista y tiene miedo que me olvide de algo, es verdad que a veces las miradas y el tono son más que sugerentes rozando lo libidinoso, pero bueno nadie es perfecto y además la verdura que vende es riquísima. Al diariero estuve a punto de pedirsélo, siempre se acuerda de guardarme las revistas que le pido, no importa si hay más demanda de lo habitual ese día y pierde la venta porque yo no paso hasta la semana siguiente o a veces ni paso porque me olvido. Él fue el que se esmeró en dar con el que hacía la distribución de LMDMV y que gracias a eso llegara a mí sin necesidad de revolver la ciudad cada principio de mes. Les decía, estaba yo a punto de jurarle amor eterno, cuando un día no sé porque de repente salió de esa suerte de cabina que tiene los canillitas, que es el puesto de diarios mismo, pero que para ellos es un habitáculo en el cual hacen muchas cosas, entre ellas, pasar el día, bueno en eso estaba cuando se dirigió a mí y paso algo tremendo, descubrí (después recale que el engaño no había sido adrede, el puesto esta como subido a una suerte de plataforma) que era dos cabezas más petiso que yo, agarré la revista y salí disparando. Se me fue todo el amor.

III
A veces cuando no me puedo dormir pienso en pavadas, como que me encantaría dormir abrazada a alguien aunque haga calor, aunque en mi cama apenas quepamos Juanito y yo, no me importa y sí, la soledad tiene esas cosas cursis y ataca de noche la muy traidora. Se ve que en una de esas noches estaba, porque soñé que me iba a Uruguay con vos, que hacíamos lo imposible hasta dar con Galeano y que en una playa desierta de Atlántida sola para los dos, él nos casaba. Hacíamos nuestros votos, vos habías escrito algo que a mí me conmovía hasta las lágrimas, más de lo que me conmovés vos de por si, es que escribís tan lindo. Y Galeano, bombón de los bombones nos dedicaba unas palabras del Libro de los abrazos, nos decía que las había escogido especialmente para nosotros. Los tres nos abrazábamos, después vos y yo nos besábamos un rato largo y caminábamos por la playa.
Para cuando me desperté, la única certeza era el libro de Galeano que tengo en mi biblioteca todo arrugado de tantas leídas.
La única verdad es la mismísima y cruel realidad.
El otro día de bronca pensaba que voy a ir Uruguay, lo voy a buscar a Galeano y le voy a pedir casamiento, sí para que me aguante él, para que se joda por haberme hecho ilusionar, una amiga me dijo: “Esta bien, pero él ¿no esta con alguien?” “Obvio, esta con Helena y felizmente casado, pero lo que vos no sabes es que yo no soy celosa nena”, le dije

domingo, 17 de febrero de 2008

Viky

Ella acaba de volver de vacaciones. Todavía no puso un pie en su casa y suena el teléfono. Ella se niega, no lo soporta. Nos pide por favor si se puede quedar un rato en casa, antes de volver. Después se va a ir y las cosas seguirán como antes, como siempre pero ahora necesita un refugio. Trae alfajores para compartir y unos caracoles que juntó con esmero en la orilla del mar. Nos cuenta como le fue en sus vacaciones, las cosas que hizo, las que le gustaron, las que no.
Ella ahora se pone triste y llora porque lo ve a Juanito. Ella abraza a Juanito y dice que lo extraña, que lo extraña mucho.
Ella hoy esta triste porque Woody su perro se fue al cielo después de reyes y sus papás se la llevaron de vacaciones para menguar tanto dolor, pero ahora hay que volver.
Ella tiene 2 años y medio, todavía no habla todo, pero lo que sí dice se le entiende clarito y con el resto a fuerza de balbuceos, porque ella sabe como hacerse entender. Ella pidió pasar antes por casa, antes de entrar en su casa y notar la ausencia. Ella, después de que una tarde durmiendo la siesta conmigo se olvidó el chupete, siempre quiere volver.

sábado, 16 de febrero de 2008

Certezas II

Por cada centenar que no te importa,
hay uno que te parte la cabeza,
y ahora es tiempo de recoger los pedacitos
para volver y armar algo
que tenga más sentido que todo esto.
Algo así, parecido, decía un profe de la facu,
por cada 10 docentes hay un maestro,
no recuerdo la parte de los pedacitos,
me parece que él no hablaba de hombres.

viernes, 15 de febrero de 2008

Certezas

La fe moverá montañas,
pero el deseo no conquista hombres.

jueves, 14 de febrero de 2008

Tardanza a tiempo.

Él me llama y me despierta a las 7 y 20 de la mañana.
- ¿Hola, te desperté?
- Ah, bueno quería que no te olvides.
- Nos vemos, beso reina.
Yo me había puesto el despertador y media, o sea me iba a levantar, no era necesario ni el control ni la preocupación.
Mal humor.
Voy a hacer lo imposible para llegar, tarde, adrede.
Breve elongación sobre la alfombra, me incorporo de a poco, estirando todo lo que puedo o tengo conciencia de que existe a esta hora. Me lavo los dientes, me miro en el espejo unas 100 veces hasta reconocerme hasta perderme, me busco, no insistas es muy temprano.
La ropa no es problema, no estoy en casa así que no tengo más opción que ponerme lo que traía puesto ayer. Me cambio, tranquila, me pongo los aros, acomodo la cartera, voy a la cocina tomo dos vasos de agua. Ya estoy lista para salir.
Al principio iba a tomar el tren, pero llegaría más que a horario y no es la idea. Mejor buscar una opción con más demora: el 152, el 59, no a esa hora todavía hacen rápido. Lo mejor es el 130, solía tomarlo para ir a mi ex trabajo y era un calvario, nunca venía, siempre tarde, esa es mi opción pienso. Camino hasta el paso a nivel del tren, lo atravieso, el tren quedó descartado después del cepillado de dientes y antes de los 2 vasos de agua. Sigo caminando, llego a Libertador, vienen todos, menos el 130, se dibuja en mi rostro una enequívoca sonrisa de venganza. Los veo venir: el 15, el 29, el 160. Pasan 7 minutos y por fin llega. Me subo, asiento vacío, milagro pienso. Em mi mp3 suena Desaparecido de Manu Chao, y me taladra la cabeza el cuando llegaré, cuando llegaré, paciencia le digo, paciencia me digo.
No hay tráfico, ni un semáforo nos detuvo, todo derechito como si fuera un tranvía disfrazado de colectivo. Arribo más que puntual. Retiro. Llego 5 minutos antes del encuentro, cinco minutos antes de lo previsto, porque él me llamo para cerciorarse de que me iba a levantar a horario y no lo iba a dejar pagando, él me despertó 10 minutos antes de que sonara el despertador, en pleno sueño, él no confía en mi memoria y se ampara en mis olvidos, él, todavía no llegó.

lunes, 4 de febrero de 2008

No, si estoy mejor...

Estoy pensando seriamente en estrenar en breve la pollera esa que me compré y nunca encontré ocasión.
Ayer un amigo me dijo algo que a él le pareció gracioso y a mí terrible.
¿Es verdad que uno se mimetiza con las cosas que hace? Me pregunto: ¿si tenés un vivero mucho tiempo, tu vida es como una planta, sos un helecho? Si te dedicás a las matemáticas: ¿ es verdad que contas las baldosas cuando caminás y no podes evitar sumar todo cuanto hay a tu alrededor?
Ayer mi amigo me dijo que hablaba como su tía y otra cosa más que desde entonces estoy empecinada en olvidar.

PD1) Todavía no lo logro.
PD2) Pero me tengo fe.

domingo, 3 de febrero de 2008

Suicidio masivo.

Los domingos deprimen a cualquiera
ni los vasos zafan,
hoy rompí dos,
en realidad,
se suicidaron y me usaron de chivo expiatorio,
justo a mi,
que soy tan culposa.

sábado, 2 de febrero de 2008

Volver.

Volver ya no era una opción, él lo sabía, sin embargo no podía dejar de sentir cierta tristeza al pensarlo, todo le recordaba lo feliz que había sido en ese lugar. Todo complotaba contra él. El calor, el frío, el sonido de aquella calle transitada a las apuradas para no llegar tarde, el olor de las hojas secas a su paso mientras iba a hacer las compras, el color de las fresias en el verano, los jazmines que brotaban a su paso en la primavera, no hacía falta ni siquiera esperar por ellos, no había mas que saquear el árbol de noche para que al día siguiente estuvieran ahí, brotando de nuevo como ofreciéndosele. No había nada que no extrañara. Si lo pensaba un poco no había vivido tanto tiempo en ese barrio, en esa esquina. Reconocía que la ubicación era buena, que la luz entraba por todas partes, que los vecinos eran atentos y las noches apacibles y tranquilas. Todavía se podía caminar por esas cuadras sin esperar lo peor. Es más en algún momento le pareció aburrido, monótono, sin color, sin ruido, sin calor. ¿Qué era entonces ese sentimiento que lo invadía en todo el cuerpo? ¿Realmente se había equivocado y estaba perdido, realmente había querido tomar un atajo para no llegar tan tarde al trabajo y había terminado ahí en ese su ex barrio, justo a dos cuadras de su antigua casa? Parecía una broma del destino, justo ese día, ese mes, se rió bastante cuando vio que aún estaba la casa de comida árabe, se acordó que en su momento no daba por ella ni un mes, mira vos, "persiste todavía", dijo en voz alta. Se bajo del auto, ya no llegaba de ninguna manera. Llamó por celular a su jefe, inventó algo, en el momento sonó creíble o tal vez le dijo la verdad, no le interesaba, lo importante es que no sólo lo convenció, sino que además su jefe se preocupó por él y le dijo que se tomara todo el tiempo que necesitara. Dejó el celular y su saco en el auto, hasta el estéreo dejó, total por ahí no robaban nunca. Empezó a caminar como llamado, seguía sus pasos en silencio como queriendo averiguar el misterio que lo había traído hasta ahí. Pasó por el bar por donde solía tomar un café los domingos porque a ella le gustaba dormir hasta tarde y el no quería molestarla, ese mismo café en el que solía refugiarse los últimos tiempos después de las contínuas peleas. También paso por el kiosco de diarios, porque a los dos le gustaba mucho leer y ése era el único lugar a donde llegaba la revista importada, esa que a ella le fascinaba. Las bicicletas le recordaron los paseos en Palermo o los trayectos en tren hasta el Tigre. Pero el golpe de gracia se lo dio el jardín de infantes, el que estaba a 5 cuadras, ése, en el que tantas veces habían pensado, el que les vendría de maravilla, porque como decía ella: “queda tan cerquita que para que complicarse buscando en otro lado, no?”

viernes, 1 de febrero de 2008

Todo el verde.

Se lo habían regalado para navidad, hacía poco que se había mudado y extrañaba horrores. Su madre pensó que una forma de no extrañar tanto era tener compañía, alguien que esperara por él al llegar. Por eso lo eligió cuidadosamente: primero pensó en un loro, pero le pareció demasiado ruidoso para un departamento tan pequeño, después una tortuga pero éste era de veras un animal muy insulso, un gato no estaba nada mal, pero enseguida recordó que su hijo era alérgico al pelaje, finalmente se decidió por un perro, eligió detenidamente la raza para que ambos empatizaran de inmediato. Un weimaraner. Era de veras un perro hermoso, un poco grande eso sí, pero se las van a arreglar pensó, “además de la compañía, esto también forma parte de la convivencia con un otro”, le dijo. Benito, -así habían decidido llamarlo de común acuerdo madre e hijo-, tenía los ojos verdes casi esmeralda. Si lo mirabas fijo y te concentrabas podías ver lo profundo del verde, era como si todos los verdes nacieran en esos ojos, te obnubilaba, después de un rato podías dejar de prestarle atención al verde y llegar a ver los otros colores: destellos de marrón, amarillo, una puntita celeste, tal vez algún que otro tono grisáceo, verde más clarito y en eso el perro cerraba los ojos o pestañaba y al abrirlos otra vez ese verde que lo cubría todo.
Las cosas no podían ir mejor, el perro aprendía todo lo que le enseñaban con una facilidad que asombraba, era dócil, bueno, obediente y muy afectuoso.
“Creo que estoy aprendiendo a querer de nuevo. Parece como que las cosas, finalmente, empiezan a acomodarse, me siento muy bien”, le había dicho a su madre. Sera por eso que se extrañó tanto la tarde en que pasó a visitarla después del trabajo. Vino raro, hablo poco y en medio de la merienda masticando uno de esos scones que tanto le gustaban dijo:-“ Benito no forma más parte de mi vida. Quiero que te lo quedes vos. Ya no podemos vivir más juntos. Es una decisión tomada y no quiero hablar más, ¿me oíste?
- “Pero, ¿por qué, que pasó? “
Sus palabras fueron firmes y contundentes “Te doy una semana más, o te lo llevas o lo regalo”. La madre no lograba entenderlo. El tiene un perro y se queja constantemente. El quería al perro y ya no. La madre no tenía consuelo, supongo que él tampoco, por eso se fue la mañana siguiente llevándose consigo todo el verde.