domingo, 27 de enero de 2008

Entusiasmo desmedido.

Así llamo a todo lo que me fascina:
entusiasmo desmedido,
eso me deseo para mañana
eso y no defraudarme,
eso.
pero por sobre todo
que no se me pase,
que nunca se me pase.

domingo, 20 de enero de 2008

Pesimismo optimista.

Creo que las escribo un poco porque me cansé de esperar y otro poco porque como dicen los españoles: "ya esta bueno niña".
Aclaro, no son mías, son de
él, la primera de su autoría y la segunda la suele recitar siempre (es de Machado) en sus conciertos.

"Recuerda que antes de rendirnos fuimos eternos"


Hoy es siempre todavía.
Toda la vida es ahora.
Y ahora...
Ahora es el momento de cumplirlas promesas que nos hicimos.
Porque ayer no lo hicimos.
Porque mañana es tarde.
Ahora.

Mi olimpo personal.


Te encontras con ése que hace rato no ves, ése que te viene histeriqueando desde tiempos remotos, pero que nunca nada, ése que te ve llegar divina (porque estuviste toda la tarde previa al encuentro viendo que te quedaba mejor y como parecer despampanante pero sin estridencias) y que con la boca semi-abierta, te dice: “¡hace mil que no nos veíamos, estas preciosa!” y vos con tu mejor cara de: me puse lo primero que encontré le decís: - ¿En serio, te parece?, estoy igual que siempre. Entonces no le das bola por nabo, por colgado y sobre todo porque prometiste, juraste no anotar más pelmasos a la lista de decepciones amorosas, asi que te lucís como nunca y dejas que te vea espléndida y segura con todo por insinuar y nada por hacer, porque, ¿sabés qué?: la venganza es el placer de los dioses.

sábado, 19 de enero de 2008

Una de crónicas.

Las antologías funcionan, venden, el año que pasó fue una prueba de este fenómeno. Aunque claro, los ejemplos son siempre más frecuentes en literatura y en el 2007 tuvimos : “En celo", de cuentos eróticos, con su saga “in fraganti” de cuentos policiales, a éste se sumaron: "El libro de los barrios", "Terriblemente felices" que compiló la nueva narrativa brasileña y la lista sigue. Y como estas cosas suelen ser virales (mal endémico del que se contagian unos a otros los editores de las grandes marcas editoriales) también, por supuesto, le tocó el turno al periodismo. "La Argentina crónica" es una compilación de las más variadas crónicas de periodistas actuales, una suerte de joven guardia. Con un prólogo efectivo y contundente de Caparrós el libro abraza un recorrido tan ecléctico como actual. Teniendo a la crónica como premisa fundamental del texto los temas son diversos. Incluye relatos políticos, notas de color, notas de investigación, radiografías de nuevas tribus, percibiéndose cierto clima de época pos-moderna en los relatos. Como todas las antologías hay notas más y mejor logradas que otras, claro, esto dependerá del gusto del lector. Se destacan: Un día en la vida de Pepita la pistolera de Cristian Alarcón, Las hermas satánicas de Guido Bilbao, A caballo de la fe de Hernan Brienza, La política en los boxes de Esteban Schimdt Los dueños del fin del mundo, exhaustiva investigación de Gonzalo Sanchez (de hecho publicó en el 2006 el libro La patagonia vendida, sobre este mismo tema) y Parirás con dolor de Josefina Licitra.
Relatos inmersos en la década menemista y algunos con resabios de ella como lucecitas que parpadean entre tanto texto suelto, algunas alumbran, otras simplemente parpadean, pero el intento vale, es preferible tratar de hechar un poco de luz a acostumbrarse a vivir en penumbras, ¿no?.


N. d. SE) Hace meses que tengo vegetando esta suerte de crítica (desde que salió el libro más precisamente) y no la postié antes porque tengo la sensación de que me inunda un profundo entusiasmo, y no sé si esta bien o mejor dicho, si soy periodista: ¿tan mal está eso?

viernes, 18 de enero de 2008

La última, al menos por ahora.

Y si se fue la última nomas. La conseguí un 30 de diciembre cuando volvía de la odisea nuñez-ezeiza, ezeiza-nuñez, que incluyó: tren, posterior combinación de subte, con 40 minutos de demora y tren eléctrico, lo que hace el amor, ¡dios mío! En fin, estaba volviendo como a las 10 de la noche, 9 de julio desierta, el kioskero y yo, me acerco, le pido la revista:- "Si, me dice, me llegó en estos días parece que sale no?, se vende bien", estuve a esto de contarle la historia completa de la revista y rematarla con un trágico final, pero no, mejor no, porque como decía mi abuelo: "con las mujeres, nunca se sabe..."

Hay en mi vida una mujer de la que si sé y mucho, quizás más que de mi misma.
Se las presento.

La mujer a la que no le gustaban los finales tristes.


A veces cuando las cosas entre nosotras parecen ir como rieles recién aceitados, yo, le leo a mi mamá. Lo hago porque a mi me hubiera gustado mucho que ella lo hubiera hecho conmigo cuando fui chiquita y porque sé que es algo que ella disfruta, ambas lo hacemos. Entonces por un momento invertimos los roles, se recuesta en mi cama y yo me esmero: con la selección de textos, con la lectura, con la entonación y sobre todo con los finales, porque mi mamá tiene un problema con los finales, no le gustan los finales tristes o trágicos. Quizás sea una ironía inconsciente para esquivar la propia historia, ésa en la que justamente no abundan ni los rosas ni los tonos pastel. Porque para mi mamá no hay grises, o blanco o negro y si es un negro concentrado y definido, mucho mejor. Hace poco le estaba leyendo algo que estaba escribiendo, que todavía no tenía un final, porque estaba en proceso, pero quería leerle, saber que le parecía y me dijo:- me gusta, pero que termine bien eh, hace que termine bien.
Una vez le leí un cuento que me gusto mucho, medio trágico, la historia tirante de una madre y una hija a partir de un conflicto que las marca para siempre, muy oscuro, un poco perverso lo mío quizás, quería probarla o probarme, ver cual de las dos rompía primero el equilibrio de la armonía, cual de las dos se ponía primero a la defensiva:- pero eso no es una historia verdadera no? ¿Que me querés decir con eso? ¿Vos me querés decir algo?, decímelo.

Mi mamá no me entiende cuando le hablo.
Acabo de terminar la cursada de la carrera, me faltan 6 finales y una tesina para recibirme de Licenciada en Ciencias de la Comunicación y si hoy alguien me pregunta porque elegí la carrera, creo que pese a todo, incluso a lo que ella misma cree (porque a mi mamá le hubiera gustado que su hija fuera doctora y todavía insiste con que si voy a tener matrícula o algo parecido cuando me reciba o si tengo textos de consulta obligada cuando no recuerdo algo, tipo vademécum, como tienen los médicos) diría que el motivo por el cual estudié es porque yo me quiero comunicar con mi mamá. No estoy diciendo que con mi mamá no hablamos, todo lo contrario. Nos escupimos las palabras, nos las deglutimos en un solo bocado, nos hacemos daño con las palabras, nos tiramos granadas, misiles, bombas de palabras punzantes que la mayoría de las veces salen de mi boca, una más letal que la otra, que logran dirigirse de forma inequívoca al blanco, después se me hace un nudo en la garganta, me cuesta respirar, me largo a llorar y se me acaban las palabras, pero es tarde, el daño esta hecho y las marcas son visibles.
No tengo problemas para hablar con mi mamá, es más, cada cosa que decido hacer o no, la consulto previamente con ella.
A ver si logro por una vez expresarme de forma correcta, unívoca, yo con mi mamá hablo mucho, pero sólo a veces le llego a mi mamá, sólo a veces nos encontramos en la palabra. Y cuando eso sucede es maravilloso y me gustaría quedarme a dormir en ese momento y que me acune como cuando era chiquita, cuando eso pasa pienso que si la eternidad fuera un instante, ése probablemente sería el que yo elija para vivir.
La mayoría de las veces no nos llegamos y cuando yo no puedo, los textos lo hacen por mí. Entonces víctimas las dos de un ritual conocido, nos quedamos un rato en silencio, ella me abraza o llora y me dice: -mi nenita y nos quedamos así un largo rato y para mi ya está, ya valieron la pena los bochazos, los trabajos prácticos inútiles, los 7 años que me llevo la carrera más el CBC, las puteadas, la espera del bondi y toda la mala sangre.

domingo, 13 de enero de 2008

El amor en los tiempos de la histeria.


Las chicas sólo quieren divertirse ¿y los chicos, qué quieren los chicos?
Sábado, 22 horas, 25 grados, tibio y agradable con algunas ráfagas de viento que vuelven el ambiente más especial, más respirable, después de tanto calor.
La noche porteña es variada, amplia, tanto que propone más de un recorrido, más de una opción.
La cámara toma varios lugares, varias secuencias de por medio, se queda con una imagen, le gusta, se siente cómoda, hace foco, plano general, plano americano, zoom para no perder detalle y se sumerge en el lugar .
San Telmo, ahora son casi las 23 y estamos llegando tarde a una cena show, así le llaman a esa módica y austera comida que te dan (Un poco de lechuga sumada a un trocito dividido en 20 de pechuga de pollo, tampoco vayan a creer que es carne, más una ínfima lluvia que mas que lluvia es rocío de queso y pan, eso sí mucho pan sobre todo del de ayer que ahora se convirtió en tostada y esta cortada en cubos. Sigue la lista de nimiedades: un plato hondo, truco para que parezca más lleno, con fideos y escuchen bien: fideos tirabuzón, esos que comes cuando ya no hay más nada ni en la heladera ni en la alacena y entonces al que le toca le toca y parece que hoy están de suerte los tirabuzón nomás. Por último pero no menos importante el remate una suerte de timbal de helado durísimo que con mucho esfuerzo y viento a favor terminas de comer mañana hora en la cual por fin se derrite.) acompañado de un show en vivo que incluye: un par de covers de bandas archiconocidas que hicieron furor en los 80 y los 90 y como para ir calentando el ambiente un streaptease, primeros las damas y una pulposa morocha se saca todo hasta quedar con un ínfima tanga que estremece a la platea masculina, ahora es el turno de las chicas y un corpulento muchacho hace de las suyas con un eslip-less, se me ocurre que ese debe ser el nombre para este híbrido entre calzoncillo y cola-less, las chicas agradecidas, el muchacho se emociona y pide más aliento, las chicas aplauden sin parar.
Toda una delicia, no sólo pagaste por esto, como si realmente fuera una cena y no una imitación berreta (debe ser que también le agregan al precio el valor del nombre del boliche, debe venir todo incluido) sino que además la bebidas aparte y los tragos, hasta el más austero, no bajan de los $ 20. La cosa no esta como para andar con sed, así que te la bancas como podes con una gaseosa, sabiendo de antemano que no viniste justamente a tomar, con lo cual, después de que levanten las mesas te dedicas de lleno a lo que viniste: observar el panorama. Pista repleta de chicos, chicas y no tan chicos que se van a sumando lentamente. Los distinguís a pesar de la penumbra tenes a la intención completa de voto macrista frente a vos, y digo intención porque el que no lo votó, lo hubiera hecho con gusto y ahora están todos ahí reunidos, disfrutando de la seguridad, del aumento del ABL y el de las expensas, todos acá, ahora, hermanados en la pista que hace de seno de futuras conquistas amorosas.
Grupos, grupitos, amigos, compañeros de trabajo, festejos, despedidas de solteros y de divorcio, porque ahora todo se festeja. Arriba en el primer piso un grupo de mayorcitos etremezclado con la más tierna juventud, envidiable, todos el mismo paso coordinan y todo. Desde la barra dos chicos relojean, la pregunta es: ¿a quién, al baño? ¿a las luces la cabina de disc-jokey?, no se sabe, porque los dos están ahí apostados pegados a la pared con la mirada en todos lados y en ninguno a la vez. Las chicas van y vienen del baño que por suerte queda en la otra punta de todo y el viaje les sirve de excusa para pasearse cual pasarela delante de los muchachos, que miran mucho pero que no hacen más que eso, mirar.
Música disco, el ambiente se vuelve efervescente, todos corean el estribillo. La pista se va colmando de a poco. De las conquistas ni noticias y las chicas comienzan a inquietarse. La que esta a mi derecha tiene un estraples negro con un short también negro que de lejos parece un mismo conjunto, lo divide una ajustada faja blanca con un moño que no se sabe si envuelve su cintura o su disponibilidad para con el sexo opuesto, ahora se sienta en los cubos bajitos esos que hay en la entrada del lugar, se ladea y arquea la espalda dejando ver la faja con el moño y las sandalias altísimas, plateadas. Acá los beneficiados son los que vinieron en pareja o al menos los que no están en la búsqueda. La parejita que esta en el medio de la pista se abrazan como si estuvieran bailando un lento mientras de fondo suena Donna Summer, ahora se besan despacio, amorosamente, habitando un espacio paralelo, ajenos a todo.
Abundan los vestidos cortos, las musculosas audaces y los tacos para equilibristas.
No hay caso, el público masculino parece anestesiado.
Son más de las 4 y la regla dice que lo que no pasó, no es muy probable que pase en tu ausencia. Entonces decidís emprender la retirada, alguien te para en la entrada (epa, debe ser la excepción a la regla), comenzás a hablar, estas tan distendida que como para ironizar un poco y quitarle presión al momento comentas al pasar el poco entusiasmo y la falta de testoterona.
- Que lo decís por esto (señalando la pista), ah no pero ya fue, acá no se encara, nadie se viene a levantar minas en el boliche.
- Estan todas producidas y encima no te dan bola, no es la realidad.
- La realidad esta en otra parte.
Y ahí por fin te das cuenta de todo, y te enteras del secreto tan bien guardado y ahora de improvisto revelado. La mina, la chica, la mujer, ésa de la cual se van a enamorar de una vez y para siempre se la busca y se la encuentra en el supermercado, entre las góndolas de lácteos y latas de conserva.

Soy tu mejor opción porque soy la única, ¿entendés?

Eso mismo fue lo que le dije hoy a Juanito ante su intento de negativa en acompañarme a hacer los mandados. Parece que la vehemencia de mis palabras surtió efecto porque vino a mí sin chistar y fue conmigo a comprar el diario, a la panadería y al supermercado.
Todos los integrantes de la familia que viven en esta casa se fueron de vacaciones, estamos vos y yo nada más, así que a mí nada de caprichitos, mirá que yo no soy como mamá, no cedo tan fácilmente.
Después aflojé y mientras dormíamos la siesta lo acurruqué en mi regazo. El también me correspondió y estiro sus bracitos cortos y chuecos para abrazarme, como no le alcanzó el diámetro (yo soy muy larga y el muy corto, no sé a quien habrá salido este chico), se estiró a lo largo como hacen todos los salchichas y apoyo sus patas en mi pecho.