sábado, 19 de enero de 2008

Una de crónicas.

Las antologías funcionan, venden, el año que pasó fue una prueba de este fenómeno. Aunque claro, los ejemplos son siempre más frecuentes en literatura y en el 2007 tuvimos : “En celo", de cuentos eróticos, con su saga “in fraganti” de cuentos policiales, a éste se sumaron: "El libro de los barrios", "Terriblemente felices" que compiló la nueva narrativa brasileña y la lista sigue. Y como estas cosas suelen ser virales (mal endémico del que se contagian unos a otros los editores de las grandes marcas editoriales) también, por supuesto, le tocó el turno al periodismo. "La Argentina crónica" es una compilación de las más variadas crónicas de periodistas actuales, una suerte de joven guardia. Con un prólogo efectivo y contundente de Caparrós el libro abraza un recorrido tan ecléctico como actual. Teniendo a la crónica como premisa fundamental del texto los temas son diversos. Incluye relatos políticos, notas de color, notas de investigación, radiografías de nuevas tribus, percibiéndose cierto clima de época pos-moderna en los relatos. Como todas las antologías hay notas más y mejor logradas que otras, claro, esto dependerá del gusto del lector. Se destacan: Un día en la vida de Pepita la pistolera de Cristian Alarcón, Las hermas satánicas de Guido Bilbao, A caballo de la fe de Hernan Brienza, La política en los boxes de Esteban Schimdt Los dueños del fin del mundo, exhaustiva investigación de Gonzalo Sanchez (de hecho publicó en el 2006 el libro La patagonia vendida, sobre este mismo tema) y Parirás con dolor de Josefina Licitra.
Relatos inmersos en la década menemista y algunos con resabios de ella como lucecitas que parpadean entre tanto texto suelto, algunas alumbran, otras simplemente parpadean, pero el intento vale, es preferible tratar de hechar un poco de luz a acostumbrarse a vivir en penumbras, ¿no?.


N. d. SE) Hace meses que tengo vegetando esta suerte de crítica (desde que salió el libro más precisamente) y no la postié antes porque tengo la sensación de que me inunda un profundo entusiasmo, y no sé si esta bien o mejor dicho, si soy periodista: ¿tan mal está eso?

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