jueves, 27 de noviembre de 2008

hace días que...

... le pongo voluntad y esto no va. Deber ser el cansancio, las palabras que salen tan iguales, tan las mismas, tan cursis sin estrategia que me agota. Ayer, sentada, tomando un cafe, charlando, de repente veo pasar a alguien delante mío y construyo una escena. Dos personajes, están por darse cuenta de qué tienen común, pero algo pasa y el montaje entra en stand by. Y es como en mis pesadillas o en mis sueños, que me levanto y creo acordarme de todo, por eso voy como desenfrenada en busca de algo en que anotar y resulta que me acuerdo pedacitos, fragmentos que no sirven para nada. Si al mejor chiste le falta el remate, ¿qué gracia tiene? Si el mejor vestido está en un cuerpo deforme, ¿quién lo mira? Si la mayoria de las cosas de las que somos capaces cuando realmente queremos algo asoman de tanto en tanto pero dura un parpadeo ¿qué sentido tiene? Y es, otra vez, dejar entrar todo eso, dejar pasar de nuevo todo para este lado. Como si si hubiera tapado la rejilla del baño y ahora todo sale para afuera: la mugre, el shampoo, el pelo, los restos de barro y suciedad, el papel higiénico empapado y mugirento y agua, mucha agua sucia, podrida. Entonces la voz de la persona que está conmigo de pronto lo nombra, lo dice, y la palabra me bloquea, es como un cachetazo en plena cara, se me borra todo, los personajes, la escena, la pollera que lleva puesta la chica, la mirada atenta del chico desde la mesa de enfrente, mitad en el libro, mitad en la cintura de ella. Todo eso vuela por los aires en ínfimos pedacitos, todo se disuelve en el revolver de la cucharita del te de mi acompañante. Me doy vuelta y la voz que insiste, mi cara que se desfigura y el mozo que se acerca, seña mía de por medio con la cuenta.

martes, 25 de noviembre de 2008

Profecía auto-cumplida.

Si no te busco es, justamente para eso, para que me encuentres.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Este pelo es mío.

Algo tienen las mujeres con esto del pelo, acabo de ver el blog de una chiquita que me cae muy bien y que decidió sacarse "todo el pelo triste" y se lo cortó cortito, así sin más. Cada vez que las cosas no son como en las propagandas de la tele o del canal se sprayette, yo me corto el pelo. A veces me resguardo de mi misma y es apenas un mechón, un hilito de pelo, pero la gran mayoría de las veces, desaforada, eufórica, le doy de lleno y mi flequillo recibe los cruentos embates de la tijera. Poseo un flequillo nuevo, las dos primeras semanas me daba verguenza y salía con 300 clips a la calle, ahora previa lookeada es permeable de ser visto.

Algo hay con el pelo, los peluqueros hombres que conocen del paño, porque, o son gays-friendlyes de las clientas o se las levantan (en el rubro es así, o todo o nada) dicen que cada vez que una mujer sale de alguna sitiación o enfrenta algo nuevo se corta el pelo. Que es una forma de renovar, de verse distinta. ¿Cuántas mujeres caben en una misma cabeza?, ¿cuántos posibles cortes? Pasa la cosa más rara del mundo con el pelo de las mujeres, ninguna otra sensación de placer provoca lo que un buen corte. Yo sería capaz de casarme y tener hijitos si diera con el peluquero que me corte el pelo haciendo que parezca más largo que antes, que me permita llevarlo suelto, que no se me erice y sobre todo que parezca de peluqueria cada vez que salgo de la ducha. Todavía no di con el indicado, con los hombres ya perdí la paciencia asi que ansio encontrar "al peluquero de mi vida".

Algo pasa con el pelo, revela más que las palabras, más que las miradas, porque si estás enamorada, contenta, o radiante se te nota, en el pelo.


Ah, y que quede claro, la vida no despeina, acomodar el enredo es el tema.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Plegaria.

1 credo, 3 ave maría, el gloria y un pésame completo.
Las chicas buenas van al cielo, con las malas no sabés muy bien lo que pasa, pero dicen que no conviene, que mejor no probar.
No preguntar y si nada pasa a escarbar, porque algo escondés, porque no vas a parar hasta dejarlo en carne viva como cuando te quemás con la hornalla o sacando algo del horno y la piel se te abulta para adentro y te la sacás, te la despellejás para que no se haga la ampolla porque sino es mucho trabajo, hay que pincharla con una aguja finita y dejar salir todo el líquido ese de color medio amarillento. No conviene desinfectarla mucho, el alcohol arde, mejor frotarla asi con agua. Todo esto si llegaste tarde porque si es temprano como te decia sólo basta con tomar coraje respirar profundo y sacarte toda la piel, duele mucho pero es mejor así porque arriba no se forma nada y después se seca todo y queda parejito y finito como si no hubiera pasado nadie, piel nueva, a estrenar, a lastimar.
Y entonces se queda ahí parado mirándote sin entender, te habla, te dice cosas que no comprendés y vos lo invitas a nadar adentro tuyo, adentro de tus otras ampollas y él primero que dice que no pero después le gusta el líquido que sale de ellas y son como pequeñas islas en las que se sumerge y deja de prestarte atención y no te escucha por más que hables y hables. Llega el día en que no queda más lugar, más piel y como no lo querés dejar ir le prometés nuevas heridas, antiguas marcas, preciadas lastimaduras, todos divinos tesoros para él, pero no alcanza, nunca alcanza. Igual se va y te parece que no vas a querer más a ninguna otra piel lastimada, ni siquiera a la tuya, porque nadie lo hace como él, con esa frialdad compasiva y ese enzañamiento amable y dedicado. Por eso juntas una caja con todos los recuerdos y los pedazos de piel que antes fueron parte de algo que se parecía bastanta a otra, la otra que él despellejó hasta el hartazgo para dejarte apenas unas muestras que caben todas en la cajita con forma de corazón, esa que tenés en la mesita de luz. Y te parece que eso te va a tranquilizar, te va a dar paz, te va a dejar dormir, pero quedate tranquila, ya no hace falta porque ahora todos dicen por vos:
1 credo, 3 ave maría, el gloria y un pésame completo.

.