jueves, 14 de abril de 2011

Me encata tu ex.

Es la segunda vez que me pasa. Muero de amor por la ex de alguien con quien tuve algo. Es decir, lo descubro con el tiempo y porque amigos o conocidos me la señalan, -ésa, es la ex de fulanito-. Me lo hacen adrede porque saben que tuve algo con fulanito y porque me conocen. Pero yo, incapaz de soltar prenda, no digo nada. En el mejor de los casos suelto un,- ah, sí, mirá vos-.
Después llego a mi casa, la googleo, -deporte nacional- e inevitablemente, muero de amor. Es linda, jóven, inteligente, brillante. Y ahí en ese momento deseo que seamos amigas. Ir a merendar en tea connection, caminar por San Telmo o comprar cuadernos en la papelera de Palermo. Me imagino que nos hacemos inseparables, nos prestamos ropa, intercambiamos consejos varios, acerca de temas diversos y nos pasamos recetas de cocina. Nuestro idilio no tiene fin. Hasta que un día, yendo a un evento, alguien le dice que sabe que yo tuve algo con su ex, entonces me lo pregunta y la honestidad me invade. La historia nunca termina bien, ni siquiera en mi imaginación. Sin embargo, en conversaciones masculinas, más de una vez, casi se me escapa, entre vino tinto y confidencias un, -che, me encanta tu ex-.


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viernes, 1 de abril de 2011