lunes, 26 de mayo de 2008

"Las chicas buenas van al cielo, las chicas malas vamos a todas partes",
eso dice la remera que me compré ayer en Palermo,
adolescencia tardía que le dicen, vió.
Buena semana para todos.
Yo, ya tengo remera.

domingo, 25 de mayo de 2008

Una sólo de ellas.

"El discurso amoroso es hoy de una extrema soledad...nadie está dispuesto a jugarse por nadie que no sea uno mismo o al menos eso es lo aparente...
La soledad, la falta de encuentro, la desilusión de lo que debería haber sido y no es, son fantasmas que se instalan como “karma” en la generación que cruza el umbral hacia la adultez
La generación no del estar, sino del ser solos...
Yo soy sola. indaga en la vida de cuatro mujeres. Cuatro historias. Cuatro miradas.
Vera quiere ser la mejor, pero... ¿en qué?
Lina quiere al príncipe azul, pero... ¿dónde encontrarlo?
Mara quiere un hijo, pero... ¿con quién?
Inés quiere casarse, pero... ¿cómo?
Las cuatro quieren ser “felices”, pero... ¿de qué “felicidad” están hablando? ¿Cuál es el “modelo” a seguir? ¿Cómo se construye uno nuevo?
Yo soy sola. es una “comedia dramática” que habla de mujeres, (y de hombres) que no encuentran, que no entienden, y se preguntan cómo se construye el amor en los tiempos que corren...
A esta nueva generación, los sociólogos la llaman “la generación del silencio”, mujeres sin un modelo de ser mujer...
Entre logros profesionales, carpetitas tejidas al crochet, inseminaciones artificiales, príncipes azules que no llegan, casamientos, espermas comprados y congresos feministas, Yo soy sola. intenta dar voz a este silencio..."

La película recuerda por momentos a "El último beso", la peli italiana que tanto ruido hizo en su momento y que hablaba de los hombres al borde de los 30, la familia y el dejar la adolescencia tardía para pasar a la adultez. Esta vez la mirada es femenina, pero los planteos son similares. Por suerte no hay mensaje, ni meta-mensaje que pretenda adoctrinar. Cada una sabe y sino irá buscando. La suerte de las mujeres es la capacidad de generar y crear múltiples universos al mismo tiempo. Habitar el alma femenina es a la vez abismo y posibilidad. Muy recomendable, sobre todo por la ausencia se clisés y estereotipos, casi un milagro entre tanta peli sexista intentando ser femenina o lo que es peor feminista. Nada más lejos chicas, es más, pueden ir con sus novios.

Diario nuevo.

Y después dicen que no hay nada nuevo bajo el sol. Tarde otra vez, se agotó la primera edición antes de que yo lograra huir de sábanas ajenas el domingo 18. Llegué para la de hoy. Otro diario dominical, ¿le seguirá los pasos a "Perfil"?, me parece que el proyecto es menos ambicioso, "tendrá sólo distribución en capital y Gran Buenos Aires decía la gacetilla que leí hace unas semanas. Pero vayamos a lo importante, el diario. 56 páginas a color, formato tabloide : "Para los que piensan que hay más de una realidad. Para los que piensan que hace falta otra mirada. Para los que piensan”.“Miradas al sur” es el nuevo proyecto editorial del empresario de medios Sergio Spolski, que hace pocos meses adquirió “Buenos Aires Herald”. El diario se completa con una revista. "Asterisco" y la entrega de un dvd, el de este domingo es sobre la vida de Walsh.

Hay una especie de entusiasmo editorial, dos diarios en un mismo trimestre es un panorama más que entusiasta. Vivimos tiempos ciber-mediatizados, los bloggers son los nuevos protagonistas, la noticia cada vez más breve es la vedette y entre tanto aire efímero, un diario. Sorprende la cantidad de notas de "el interior"(para ser un diario dominical) al menos en materia política. En cuanto al diseño tiene bastantes rasgos estilísticos en común a "Crítica", no así en el contenido de la información. Todavía no queda del todo claro la distribución de las secciones y de qué va cada una, eclecticismo periodístico, que le dicen. Las notas están bien escritas, hay de fondo una nostalgia de cuando todos éramos jóvenes, de izquierda y militábamos, quizás sea por los nombres, además de Anguita, el staff se completa con: Ricardo Ragendorfer, Rubén Pereyra, José Vales, Francisco Balazs y Pablo Orsi (editores), Walter Goobar y Francisco Cofre (redactores especiales) y Aldo Ferrer, Enrique Vázquez, Felipe Yapar, Jorge Busico, Gabriel Michi, Carlos Polimeni y Noemí Cohen (columnistas). La responsable de diagramación es Sara Paoletti y el editor fotográfico es Nicolás Anguita.

Todo proyecto nuevo genera entusiasmo y más si es un diario de papel. En estos días de besos por celular, sexo por mail y orgías por chat, está bueno que el papel tenga algo para decir. Quizás sea mi perversión fetichista para con el papel y más de uno me dirá que los diarios terminan envolviendo huevos. Aunque muchahos, seamos honestos, lo dicho nada tiene que ver con lo escrito. La palabra impresa, sigue pesando, aunque nomas sea en la memoria de los que todavía leemos.

sábado, 24 de mayo de 2008

Suerte o destino.

El señor Vicente esta arribando.
Ella se levantó tarde otra vez.
El señor Vicente acaba de bajar del avión.
Ella se quedó sin excusas hace rato, llama desesperada a una compañera, le ruega, le implora que la cubra.
El señor Vicente esta cansado de tanto viaje.
Ella pide un remís y aprovecha el tiempo del viaje para cambiarse y maquillarse en el auto.
El señor Vicente sólo piensa en conseguir un taxi que lo deje en su casa.
Ella en el viaje piensa que no puede más, que esta cansada, que si dejara por un momento de pensar en él, que se fue y que no va a volver, tal vez todo sería menos pesado.
El señor Vicente dejaría el equipaje y se iría con lo puesto si fuera por él, quiere llegar y por fin descansar.
Ella repasa mentalmente todas las tareas que debe hacer a velocidad de rayo apenas llegue.
El señor Vicente no trae regalos para nadie.
Ella ruega que el avión no parta, piensa que si sigue así un día de estos va a llegar y lo va a ver desde la pista levantar vuelo sin ella dentro.
El señor Vicente hace unos pasos con su abultada maleta y para un taxi.
Ella llega más que justo, se alegra de haber adelantado su reloj 15 minutos, son 15 minutos menos tarde, piensa.
El señor Vicente se va por fin del aeropuerto rumbo a su casa.
Ella por fin se sube al avión.
Tres meses después.
El señor Vicente vuelve a viajar y
Ella le solicita el pasaje y le indica donde esta su asiento, le dice que espera disfrute del vuelo.
El señor Vicente se da cuenta de lo bella que es, para cuando reparó en este detalle, ya habían compartido juntos 25 vuelos sin escala en bissness class.
Ella ya no llega más tarde a ningún lado, incluyendo el trabajo.
El señor Vicente no sabe como llamar su atención y la solicita a cada rato con una excusa diferente.
Ella no espera más a ése que se fue y nunca más volvió. Por fin empieza a pensar que el amor puede estar en cualquier parte y que a veces es suerte y otras, destino.

viernes, 23 de mayo de 2008

Summertime.


Una vez conocí a un chico que coleccionaba versiones de summertime. Que raro pensé, habiendo tantos temas que se empecine con uno así. En el verano escuché una versión maravillosa de Caetano. Ayer descubrí este disco. Creo que ahora entiendo el por qué del berretín.
La última vez que vi a ese chico, trabajaba en un programa de radio, todavía me faltaba para terminar la carrera y envidiaba profundamente su manera de decir y sobre todo, no podía dejar de leerlo. Por ese entonces pensaba que sólo se podía escribir bien y que era para elegidos como él, "alguien que escribe como vos a tu edad, no existe nene le dije"

jueves, 22 de mayo de 2008

Contar las cosas.

Él, solo, sentado en el living, ése en el que hasta hace muy poco apenas cabían todos juntos en una cena familiar, toma del cajón un cuaderno en blanco, una pluma y escribe: "un hombre y una mujer solos. Estan muertos".
"El nido vacío", la última película de Burman. Esta vez la historia de un matrimonio, que después de la partida de los hijos, no les queda más remedio que encontrarse, entre ellos. Hallarse, pregunatrse, contarse, buscarse, de eso se trata. La historia, como todas las anteriores del director, esta contada por el hombre. Leonardo, un escritor de renombre, al menos en el ámbito literario es el que sostiene la trama, Marta, su mujer, su compañera será la encargada de contener a este hombre con algunas incertidumbres, ¿qué pasa con la vida, cuando se deja de ser sólo padre?, ¿qué pasa cuando el espacio y el tiempo antes reducido y escueto, ahora sobra? ¿qué pasa con el deseo de ese padre de familia, que ahora se encuentra con el hombre? Los cambios, los cuestionamientos y un sólido matrimonio, irán orientando a este hombre por momentos en penumbras.
¿Qué se busca en el otro, cuando ya nos dimos tanto? Quizás, lo mismo que antes, quizás todos quisimos, queremos y vamos a querer, alguien a quien poder contarle las cosas. Tan simple y concreto como eso.
17 personas en el cine, las conté, el resto son todas parejas, la edad promedio supera los 40. Burman no defrauda, sigue contando historias posibles, universos en los que podemos reconocernos, no sé que habrán venido a buscar mis 16 restantes compañeros de película, pero parecen satisfechos, la mayoría se prende en un cálido aplauso. Parece que al final, el otro es esa persona a la que siempre voy a querer contarle las cosas y la que siempre va a estar dispuesta a escuchar. Tan profundo y conmovedor como eso.

martes, 20 de mayo de 2008

Salgo del drama y escribo otro, al menos no autobiográfico. Intento de cuento policial. Sean ustedes bienvenidos.

Cuestión de fe.


I
Mi primer franco en 6 meses, en una semana y media las vacaciones, más no se podía pedir. Había sido un año movido, mi traslado de la federal a la de provincia, pedí el cambio harto ya de los robos a jubilados, las denuncias de falsas llamadas por falsos secuestros, los chorros de celulares y los cuentos del tío que para mi asombro siguen garpando y como, ni los argumentos cambian los muy turros.
En esas instancias rumbeaba lo mío, después de las merecidas vacaciones, el traspaso definitivo.
Los planes para esa noche, encuentro con amigos, asado y algunas copas de más sin culpa, debía reportarme en la comisaría después del medio día.
La última vez que mire el reloj: las 4 y media de la mañana. Lo ideal sería dormir hasta tarde y caer en la seccional con una pizza, eso nunca fallaba.
En lo mejor del sueño, suena el celular, "no atiendo ni en pedo", a los 2 minutos, el celular de la comisaria. Ya no me podía hacer el boludo. Me incorporé como pude y atendí:“Hola, ¿Tolosa? le habla el comisario Martinez, tiene que venir a Lomas, hubo un crimen en el psiquiátrico que esta cerca de la estación, le mandaría un móvil pero la verdad es que los tengo a todos ocupados en este asunto, usted comprenderá. Ya le explicaré más detalladamente cuando llegue. Apúrese”. Eran las seis menos cuarto, un taxi me comería lo que me quedaba de sueldo, no tenía opción, colectivo, tren y subte. Llegué a las 7 y media. Apenas estuve en el lugar y ví el despliegue pensé, hoy va a ser un día largo. (sigue acá)

domingo, 18 de mayo de 2008

Estoy en la instancia en la que me harto de hablar sobre mí, de escribir de mí, en el momento en que los textos me llevan más que un par de horas y que la búsqueda en y para el texto, es ardua, trabajosa, casi como dijo Fito de Pity, en un recital: "observen bien, porque lo que hace este muchacho es un trabajo de orfebrería", en eso pensaba hoy cuando me senté en la pc a revisar por enésima vez el cuento policial que escribí la semana pasada. Se lo leí a él, le gustó, lo noté, hice pequeñas pausas en los momentos claves para ver si lo atrapaba el relato, pequeños silencios que lo sacaban de timing y me decía, "dale, dale, seguí", pero igual al final noté como que hubiera esperado más del texto, no me lo dijo, pero me di cuenta igual. "Me encanta como lo leés me dijo", no me dijo, "me encanta lo que leés", mujeres, nada nos viene bien.

Ya mandé los sumarios, ya me dieron el ok de un par, ya estoy produciendo las notas, ya tengo fecha de entrega, de cierre de edición y sin embargo, ese gustito de falta algo, quizás sea el fetiche del papel, de la cosa impresa.

Me pica lo de recibirme, lo del título y me rasco a destiempo, así no, nena.

Menos mal que no quería hablar de mí.

Temporada estival.

Salí de mi casa el viernes a la tarde, acabo de volver.
Esto de querer meter "toda la noche" en un fin de semana...
...que decirte,
no me alcanza.
¿Sabés que es lo que quiero?
Flores.
Ni rosas, ni claveles, ni calas, ni orquídeas
y menos todo junto en un ramo surtido,
eso es una mersada.
Yo quiero:
jazmines o fresias
sé que no es primavera
si te interesa, algo se te va a ocurrir...

jueves, 15 de mayo de 2008

Mimos a la derecha por favor.

No sé mentir, debería haber aprendido un poco, o al menos algo parecido, a simular, a no decir nada o hacer como que acá no pasó niente, pero no puedo, no sirvo. Mañana cuando llegue al laburo me van a preguntar: "¿ Y, cómo te fue?", hasta el perro sabe que me quedan 6 finales, hasta el perro aprendió a contar y cada vez que se acerca la bendita fecha de examen pone cara de:"¿y, tacho o no?" Mi cara lo dice todo, mi cuerpo es la antesala de la verdad. Después de esperar más de 9 horas para rendir un final me fui antes de que me llamaran, otra vez sopa, pensé que esa era una parte que se clausuraba después de que en una situación similar logré dejar mi conducta abandónica y rendí un condenado final, pensé que esa era la vuelta definitiva a las pistas o más bien a las aulas, pero se ve que no, se ve que no estoy tan curada. Las primeras horas pasaron apacibles, las últimas una tortura, no era capaz de reponer una palabra, un concepto, dar lástima no es lo mío y pasar vergüenza tampoco me inspiraba. Salí de la facultad y me tomé el primer colectivo que vino, pura coincidencia que me dejara cerca de casa. Llegué derrotada, me tiré en la cama y no pronuncié palabra, no hizo falta, a esta altura mi accionar, a veces patológico, desplegó grandes lectores de indicios. Mi madre dice barbaridades, por lo bajo, como para que me sienta sumamente culpable pero evitando la mediación cara a cara, sabe que no tengo fuerzas para el embate. Mi hermana me acaricia la cabeza hasta que me quedo dormida. Me despierto al rato, como a las 2 horas, estoy sola, me asusta Juanito que emerge de entre las sábanas, me guiña el ojo y se acurruca al lado mio, me cuenta que hoy fue a la veterinaria, que le cortaron las uñas y que le aplicaron una inyección porque tuvo un desgarro, "sí, eso de no poder estirar bien la patita finalmente era un desgarro", me dice. No emito sonido, al rato como quien no quiere la cosa me interpela, che y vos para contar nada, no?

martes, 13 de mayo de 2008

Sabés que pasa?, es que en el laburo compran todos los días el bendito diario, igual lo evito, pero resulta que en mi pc y en sus notebooks también tienen predeterminada la bendita página del mismo diario, entonces la salteo y sigo con lo mío. Pero a veces pasa, como hoy, que me siento a almorzar, pispeo la tapa de lejitos, agarro el diario, lo abro y en la primera página apareces. Esa página, la tan ansiada por los que escribimos porque es la del margen derecho y es la que primero impacta a la visión, porque en occidente leemos de derecha a izquierda y es por la que más se cobra en publicidad y es la que todos se disputan en las reuniones de blanco y lleva tu nombre y entonces no digo nada y sigo pasando las hojas y me doy cuenta de que no puedo evitar llenarme de orgullo y ponerme terriblemente contenta. Eso me pasa en días como hoy.

viernes, 9 de mayo de 2008

Aguafuerte del fusilamiento de Di Giovanni.

Las 5 menos 3. Rostros afanosos tras las rejas. Cinco menos 2. Rechina el cerrojo y la puerta de hierro se abre. Hombres que se precipitan como si corrieran a tomar el tranvía. Sombras que dan grandes saltos por los corredores iluminados. Ruidos de culatas. Más sombras que galopan.
Todos vamos en busca de Severino Di Giovanni para verlo morir.
Espacio de cielo azul. Adoquinado rústico. Prado verde. Una cómoda silla de comedor en medio del prado. Tropa. Máuseres. Lámparas cuya luz castiga la oscuridad. Un rectángulo. Parece un ring. El ring de la muerte. Un oficial.
«...de acuerdo a las disposiciones... por violación del bando... ley número...».
El oficial bajo la pantalla enlozada. Frente a él, una cabeza. Un rostro que parece embadurnado de aceite rojo. Unos ojos terribles y fijos, barnizados de fiebre. Negro círculo de cabezas.
Es Severino Di Giovanni. Mandíbula prominente. Frente huida hacia las sienes como las de las panteras. Labios finos y extraordinariamente rojos. Frente roja. Mejillas rojas. Pecho ribeteado por las solapas azules de la blusa. Los labios parecen llagas pulimentadas. Se entreabren lentamente y la lengua, más roja que un pimiento, lame los labios, los humedece. Ese cuerpo arde en temperatura. Paladea la muerte.
El oficial lee:
«... artículo número.. ley de estado de sitio... superior tribunal... visto... pásese al superior tribunal... de guerra, tropa y suboficiales...».
Di Giovanni mira el rostro del oficial. Proyecta sobre ese rostro la fuerza tremenda de su mirada y de la voluntad que lo mantiene sereno.
«... estando probado apercíbase al teniente... Rizzo Patrón, vocales... tenientes coroneles... bando... dése copia... foja número...».
Di Giovanni se humedece los labios, con la lengua. Escucha con atención, parece que analizara las cláusulas de un contrato cuyas estipulaciones son importantísimas. Mueve la cabeza con asentimiento, frente a la propiedad de los términos con que está redactada la sentencia.
«... Dése vista al Ministro de Guerra... sea fusilado... firmado, secretario...».
«–Quisiera pedirle perdón al teniente defensor...»
Una voz: «–No puede hablar. Llévenlo.»
El condenado camina como un pato. Los pies aherrojados con una barra de hierro a las esposas que amarran las manos. Atraviesa la franja del adoquinado rústico. Algunos espectadores se ríen. ¿Zonzera? ¿Nerviosidad? ¡Quién sabe!
El reo se sienta reposadamente en el banquillo. Apoya la espalda y saca pecho. Mira arriba. Lueso se inclina y parece, con las manos abandonadas en las rodillas abiertas, un hombre que cuida el fuego mientras se calienta el agua para tomar el mate.
Permanece así cuatro segundos. Un suboficial le cruza una soga al pecho, para que cuando los proyectiles lo maten no ruede por tierra. Di Giovanni gira la cabeza de derecha a izquierda y se deja amarrar.
Ha formado el blanco pelotón fusilero. El suboficial quiere vendar al condenado. Este gruita:
«–Venda no.»
Mira tiesamente a los ejecutores. Emana voluntad. Si sufre o no, es un secreto. Pero permanece así, tieso, orgulloso.
Surge una dificultad. El temor al rebote de las balas hace que se ordene a la tropa, perpendicular al pelotón fusilero, retirarse unos pasos.
Di Giovanni permanece recto, apoyada la espalda en el respaldar. Sobre su cabeza, en una franja de muralla gris, se mueven piernas de soldados. Saca pecho. ¿Será para recibir las balas?
«–Pelotón, firme. Apunten.»
La voz del reo estalla metálica, vibrante:
«–¡Viva la anarquía!»
«–¡Fuego!»
Resplandor subitáneo. Un cuerpo recio se ha convertido en una doblada lámina de papel. Las balas rompen la soga. El cuerpo cae de cabeza y queda en el pasto verde con las manos tocando las rodillas.
Fogonazo del tiro de gracia.
Las balas han escrito la última palabra en el cuerpo del reo. El rostro permanece sereno. Pálido. Los ojos entreabiertos. Un herrero martillea a los pies del cadáver. Quita los remaches del grillete y de la barra de hierro. Un médico lo observa. Certifica que el condenado ha muerto. Un señor, que ha venido de frac y con zapatos de baile, se retira con la galera en la coronilla. Parece que saliera del cabaret. Otro dice una mala palabra.
Veo cuatro muchachos, pálidos, como muertos y desfigurados, que se muerden los labios; son: Gauna, de "La Razón", Alvarez, de "Ultima Hora", Enrique González Tuñón, de "Crítica", y Gómez, de "El Mundo". Yo estoy como borracho. Pienso en los que se reían. Pienso que a la entrada de la Penitenciaría debería ponerse un cartel que rezara:
«–Está prohibido reírse.»
«–Está prohibido concurrir con zapatos de baile.»

A mi alter ego.

Mirá que no va ser ni de hoy para mañana, ni de mañana para pasado, lleva más tiempo que eso.
Lo sé, por eso y mientras tanto, escribo.
Para mantener la mano caliente como dice "el Gabo" y por esto de no poder, mantener la boca cerrada, nunca.

jueves, 8 de mayo de 2008

Y después dicen que estudian...

... son todos zurditos.
Vayan!!!
REVENTON
de la UBA y las facultades
en nueva dirección
Cerrito 1062 (y Santa Fe)
Viernes 9 de Mayo
entrada 6pe
barra barata
y chacha y guarachonga toda la noche.

miércoles, 7 de mayo de 2008

No sé como ni sé por qué, pero de repente el aire se nos vuelve irrespirable, la cocina en la que antes nadábamos ahora nos queda apretada. Ni ella se contiene ni yo me callo. Al día siguiente lo mismo, no ubico el momento exacto en el que todo se vuelve difuso entre nosotras y los límites se corren y las distancias son océanos. Ella del lado del Atlántico yo del lado del Pacífico, en el medio el mar que nos separa. Le mando la peor tormenta, la inundo de palabras y me voy victoriosa y atormentada yo también.
Vuelvo, como las olas, después de dar clases y antes del otro trabajo. Hay gente. La llamo aparte. "Disculpas", le digo, "bueno, está bien", me dice y cada una sigue en lo suyo, ¿recibirá esta vez mis mensajes si tiro una botellita al mar, o se lo quedarán las olas como trofeo ante posibles represarias?
A veces me parece que vale la pena intentarlo, a veces me parece que vale la pena el silencio.

lunes, 5 de mayo de 2008

Las dorins. (fragmento)

Estoy en el mismo quiosco, las veo, las reconozco, lo agarro de la manga y se las señalo, estoy acompañada porque no puedo viajar sola, es más, es la primera vez que voy al centro sin mamá, lo acompañó a él, a tribunales porque todavía no empezó la feria y yo estoy de vacaciones hace rato. Hoy caminamos un montón, él camina rápido, anduvimos tanto que ya ni me acuerdo. Viajé en subte por primera vez. Lo tomamos recién para llegar acá, hacer combinación con el tren y volver a casa, pero antes pasamos por el quiosco porque yo hace rato que le vengo pidiendo algo para comer. Insiste en que ya llegamos y que mamá nos espera con la comida, que si como algo ahora después no voy a querer comer la comida. Me enojo, él cede, paramos en el quiosco, ése que estoy ahora, ése en el que lo miro desde abajo. Tiene el pelo castaño, ondulado, apenas peinado con gomina “lord cheseline”, la guarda en el botiquín del baño y se pone un poquito en la mano, se la desparrama entre la yema de los dedos de ambas manos y se la aplica como dando golpecitos suaves a la altura de la sien y a los costados. Se mira en el espejo de perfil, de costado, sonríe, hace muecas, es buen mozo, él lo dice y se ríe, “que pinta que tenés” dice en voz alta, se ríe y me mira, me guiña un ojo. De acá abajo se ve el nudo de la corbata, esta re bien hecho, bien apretadito, hoy a la mañana me preguntó qué corbata, me mostró el traje y me dijo: ¿cuál de éstas?, me elige tres o cuatro y yo me decido por una, siempre respeta mi decisión, a veces le hago burla y elijo la peor, la que no combina con nada, se da cuenta. “Pero, ¿ésta te parece?, ¿seguro?”, dice en tono grave para ver si dudo, “sí, esa” le digo. Se la pone. Igual eso no pasa siempre, la verdad es que la mayoría de las veces estoy de buen humor y elijo una que le quede bien, que le resalte los ojos celestes. La camisa esta impecable, mamá las plancha con apresto, el apresto es un spray que no sé que tendrá pero que le deja un olor rico y ninguna arruga, a veces mamá deja las camisas sobre la tabla de planchar y yo las junto y las pongo en su cajón. En el camino las huelo, es un olor raro, pero raro de lindo, mezcla de limpio y perfumado por el jabón de lavar y el apresto. ÉL a pesar de lo desordenado es muy prolijo con sus cosas, igual la excepción es el portafolios, siempre desordenado y lleno de papeles que huelen a banco, una vez se lo dije: “los papeles que tenes tienen olor a banco y a viejo”. Mucho caso no me hizo, lejos de tirarlos los tiene ahí, lo único lindo es que están escritos a máquina, me encanta el dibujito de las letras escritas a máquina, algunas hojas tienen sellos y otras la firma de él. Yo le reviso todo cuando él no se da cuenta. Él se enoja porque una vez le dibujé unas cosas en unas hojas, me retó mucho y me dijo que era algo que tenia que presentar, que era importante, que eso no era para dibujar. Ahora tengo más cuidado, entonces cuando abro el portafolios trato de ver como esta todo, para volver a dejarlo asi después de revisarlo. Cada tanto me pregunta si yo anduve hurgando en sus cosas, yo digo siempre que no y miro para arriba porque sino me rio, se me nota todo, con él siempre se me nota todo, por eso evito mirarlo, y cuando me dice que le diga la verdad o que le prometa algo, pero que lo haga mirándolo a los ojos, yo digo: “ perdí”, por más que me compre un frasco entero de decisión si se lo prometí o me lo pidió voy a terminar cumpliendo con mi palabra. A veces pienso que creo en mi palabra porque cuando lo miro y prometo algo, no puedo fallar, no puedo fallarle aunque no se entere, aunque no importe, aunque no me juzguen, igual, no puedo.

domingo, 4 de mayo de 2008

La feria & La feria

Segunda parte: La feria internacional del libro
Domingo, más de las 5, la peor hora, el peor día. Ya rezongo de entrada, voy a un evento de índole familiar, todos los años la misma historia, digo que no voy a ir, no me interesa todo ese apretujamiento inútil, esa masa humana amorfa inundándolo todo. Me provoca nauseas. Pero siempre pasa algo: porque alguien consigue entradas gratis, alguna charla interesante, hay que cubrir la feria para alguna nota, en fin, siempre, algo a último momento. Esta vez, canta mi papá. Llegamos tarde, voy con mi hermana, garroneó las entradas de no sé donde, me pongo contenta y no pregunto. Mejor, sino había que ir como dos horas antes con el coro para el ensayo y entrar con ellos, ni loca.
Mi hermana canjea las entradas en la puerta, mientras tanto averiguo la sala, lo que sospechaba, sala roja, que esta atravesando la amarilla, pasando la verde y después de la ocre, lo que me suponía, al final de todo. Entramos, un mar de gente, vuelvo a pedir indicaciones porque me perdí, hago la cola, hay que hacer cola para todo, para preguntar, para comprar, para que te guíen, para el vaso de "Fernet Branca", para los volantes gratuitos, para los ejemplares de "Clarin" para los de "La nación", para el sorteo de suscripciones gratis de "El país", etc. Me toca el turno, la mina que hace de referencia para guiar me encaja una revista de la feria, no tiene plano, pone cara de, "ya esta que pase el que sigue", le interrumpo la cara, le pregunto, me explica, para llegar a destino habré hecho lo mismo con otras tres guias. La gente va por el tubo ese blanco que parece una carpa, yo por el costado, no de reaccionaria, se avanza más rápido. Efectivamente, mi hermana todavía sigue barada en el tubo de gente. La espero, entramos a la sala, llegamos justito. Canta, ni lo veo de tan lejos que esta, cuando sale le decimos que estuvo bárbaro que salió redondito y que sonó de mil maravillas. Quiere recorrer la feria, la puta madre, miramos un par de stands, finjo mareo, lo del dolor de cabeza ya esta medio trillado y me sacan la ficha al toque. Me siento un rato. Me hago la víctima y les digo que vayan nomás que yo los espero. Vuelven al rato, mi hermana indignada, por los precios, por los títulos, por todo, no se pudo comprar nada y encima no aceptan la libreta del profesorado. A esta altura pienso que ella debe creer que la libreta es una tarjeta de débito, la lleva hasta al boliche para ver si alguno se descuida y a lo mejor le hacen descuento en la barra. Nada, parece que no logró conmover a nadie, "es que acá están todos muy sobrios" le digo en tono irónico, pone cara de "que pelotuda que sos". "Es que es la verdad, no hay precios populares, ni libros de cocina en fascículos se puede comprar en esta feria de mierda", ahora sale con que Planeta es el Imperialismo, la educación que es para cada vez menos gente, el país que se cae a pedazos y nosotros mirando tele, mi papá se ofusca a la par. Salgo de mi letargo fingido, es el momento propicio y en un tono de ávida recuperación digo: "porque mejor no vamos a merendar por ahí". Me siguen, vamos los tres agarrados como nenitos en excursión de primaria, no nos soltamos hasta llegar a la entrada, tampoco hay necesidad, vamos por el costado del tubo y no sólo llegamos más rápido, logramos respirar, nadie se nos amontona, atravesamos la puerta, somos libres al fin. Yo sólo pienso en una buena excusa, se me acaba antojar un "cheesse cake" y necesito algo que explique el paso del estadio de la nausea al apetito voraz, nada, por ahora, ya veré, siempre se me ocurre algo.

Descubrimiento.

Y un día, casi por casualidad, reparó que en que la única frase que lo había conquistado no era de ella.
Aquellas palabras que lo habían subyugado hasta la médula, no eran de su amada, vió por primera vez las comillas del texto y se sintió estafado por su propio descuido.
Desilusionado ante tamaña revelación se dijo: "bueno, al menos citó la fuente."

La feria & La Feria.

Parte primera: La FLIA.
Sábado. Más de las 7. Chacarita, justo al lado de la estación Lacroze, "Sexto kultural, Mutual sentimiento". El edificio es viejo y desde afuera parece propiedad tomada, no muy lejos de la impresión que da cuando se entra. Atravesando la puerta, una suerte de portería sin portero, hace las veces de administración, alguien indica las actividades a todo aquel que llega preguntando, es un centro cultural, con lo cual en el resto del edificio la actividad es diversa.
Segundo y sexto piso. En el segundo, proyecciones, charlas y debates, en el sexto, la feria. No hay ascensor. Se nota, pura juventud arriba, algún que otro arriesgado sexagenario, pero no más. Los cartelitos que rodean la escalera dan ánimo: "ya llegaste al primer piso, es un muy buen paso"," ya falta poco para llegar a la séptima feria del libro independiente, amiga". Cuesta pero se llega. A primera vista el recibidor que esta junto a los ascensores clausurados, adrede, me dirá después alguien: "no los quieren prender porque gasta mucha luz y como saben que va a estar subiendo y bajando gente continuamente los apagaron." El clima dentro de la sala es festivo, puro alboroto, abrazos, sonrisas, gente por doquier. Alguien dirige unas palabras, agradece y da el pie para que una banda empiece a tocar. Suenan bien, la voz del cantante me recuerda a Pedro Guerra, hay bastante ruido, trato de pescar algo de la letra, nada. Ahora una chica dice que en 10 minutos se va a sortear la rifa, pero que todavía están disponibles algunos números por si alguien todavía no la compró. Recorro en círculo. El primer hallazgo, un libro que compila la experiencia de: "La tribu", radio alternativa. Me dirijo hacia él, hago cuentas mentales, traje bastante plata, la suficiente como para no gastarla toda en el mismo lugar, la suficiente como para gastarla toda en un mismo libro si hace falta. Le pregunto: "¿éste cuánto esta?", me mira, mira el libro, averigua y me dice : "éste esta $10, pero los chicos que están allá, dice señalando un stand en dirección oblicua a la nuestra, lo tienen a $5, así que mejor compráselos a ellos", agradezco el gesto de honestidad. Hay una suerte de fraternidad implícita se recomiendan los libros unos a otros, "mira este libro es buenísimo" me dice alguien hojeando el libro del stand vecino.
LLego a la oferta imposible, consigo al ejemplar a $5, esto es lo más cercano a la felicidad, el libro tiene 300 hojas de un material, a mi juicio riquísimo, papel ilustración con un diámetro de 30x18. Estoy rastreando este espécimen desde hace rato, en "la crujía" la librería que auna todas la bibliografía más progre de comunicación esta agotado hace rato, a la radio fui el cuatrimestre, pasado, cuando todavía tenía una vida que se dividía en cuatrimestres, a la feria que organizan y nada, ni rastros, se lo digo al chico que me lo vendió y me dice en tono irónico: "no es que no hay más, lo que pasa es que no habrás hablado con la persona correcta", me gusta el tono mezcla arrogancia y cancherismo, compro dos libros más.
Sigo dando vueltas, unos anotadores monísimos, la tapa es un blister de algún potente fármaco: lexotanil, valium, rivotril, estan pintados de colores y prolijamente enmarcados, de lejitos dan tiernos, de cerca medio macabro, estoy a punto de llevarme uno, recuerdo que los últimos cinco anotadores que me compré, todos tan singulares como estos, andan, vírgenes dando vueltas por la casa.
Alguien por micrófono recuerda que a las 8 en punto comienza la charla sobre copy- left y que los interesados pueden ir yendo al segundo piso, la misma voz, pide, suplica que no vuelquen la cerveza, porque si bien el lugar fue cedido de muy buena fe para la feria, tampoco es cuestión de dejar todo hecho un hinchastre.
Avanzo en mi recorrido, veo el libro de Juan, "Objetos maravillosos", a mitad de precio, emocionada me alzo con una nueva compra. Sigo mi expedición, hay muchas revistas, algunas más logradas que otras. Me acerco a una mesa donde estan todas prolijamente acomodadas, leo: "Esto cuesta lo que vos quieras pagar", me parece injusto, la gente no tiende a valorar el trabajo ajeno y las revistas estan muy bien, saco un billete de $5 y me llevo una, "tomá, si querés te podés llevar otra me dice el chico", acepto el regalo.
Más revistas, más libros, algunos discontínuos, los hits de siempre en plena vigencia anacrónica, otra vez el oxímoron, algo de historia, algo de política y algo de militancia política o de historia de la militancia. Ya casi no quedan stands, ya casi no queda tarde.
Hay olor a encierro, no, es un poco más intenso, mezcla de poca ventilación, humo de cigarrillo y marihuana. El lugar esta efectivamente cerrado, no hay ventanas abiertas. Voy en busca de un poco de aire, me detengo casi llegando a la entrada, hay un ventanal. Me quedo parada un instante, recién esta oscureciendo y el sol, naranja, inmenso, se posa en la cúpula de la estación hasta penetrarla por completo, cae por fin la tarde en las garras, esas, que le tiende la noche, cada vez.