martes, 20 de mayo de 2008

Salgo del drama y escribo otro, al menos no autobiográfico. Intento de cuento policial. Sean ustedes bienvenidos.

Cuestión de fe.


I
Mi primer franco en 6 meses, en una semana y media las vacaciones, más no se podía pedir. Había sido un año movido, mi traslado de la federal a la de provincia, pedí el cambio harto ya de los robos a jubilados, las denuncias de falsas llamadas por falsos secuestros, los chorros de celulares y los cuentos del tío que para mi asombro siguen garpando y como, ni los argumentos cambian los muy turros.
En esas instancias rumbeaba lo mío, después de las merecidas vacaciones, el traspaso definitivo.
Los planes para esa noche, encuentro con amigos, asado y algunas copas de más sin culpa, debía reportarme en la comisaría después del medio día.
La última vez que mire el reloj: las 4 y media de la mañana. Lo ideal sería dormir hasta tarde y caer en la seccional con una pizza, eso nunca fallaba.
En lo mejor del sueño, suena el celular, "no atiendo ni en pedo", a los 2 minutos, el celular de la comisaria. Ya no me podía hacer el boludo. Me incorporé como pude y atendí:“Hola, ¿Tolosa? le habla el comisario Martinez, tiene que venir a Lomas, hubo un crimen en el psiquiátrico que esta cerca de la estación, le mandaría un móvil pero la verdad es que los tengo a todos ocupados en este asunto, usted comprenderá. Ya le explicaré más detalladamente cuando llegue. Apúrese”. Eran las seis menos cuarto, un taxi me comería lo que me quedaba de sueldo, no tenía opción, colectivo, tren y subte. Llegué a las 7 y media. Apenas estuve en el lugar y ví el despliegue pensé, hoy va a ser un día largo. (sigue acá)

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