sábado, 24 de mayo de 2008

Suerte o destino.

El señor Vicente esta arribando.
Ella se levantó tarde otra vez.
El señor Vicente acaba de bajar del avión.
Ella se quedó sin excusas hace rato, llama desesperada a una compañera, le ruega, le implora que la cubra.
El señor Vicente esta cansado de tanto viaje.
Ella pide un remís y aprovecha el tiempo del viaje para cambiarse y maquillarse en el auto.
El señor Vicente sólo piensa en conseguir un taxi que lo deje en su casa.
Ella en el viaje piensa que no puede más, que esta cansada, que si dejara por un momento de pensar en él, que se fue y que no va a volver, tal vez todo sería menos pesado.
El señor Vicente dejaría el equipaje y se iría con lo puesto si fuera por él, quiere llegar y por fin descansar.
Ella repasa mentalmente todas las tareas que debe hacer a velocidad de rayo apenas llegue.
El señor Vicente no trae regalos para nadie.
Ella ruega que el avión no parta, piensa que si sigue así un día de estos va a llegar y lo va a ver desde la pista levantar vuelo sin ella dentro.
El señor Vicente hace unos pasos con su abultada maleta y para un taxi.
Ella llega más que justo, se alegra de haber adelantado su reloj 15 minutos, son 15 minutos menos tarde, piensa.
El señor Vicente se va por fin del aeropuerto rumbo a su casa.
Ella por fin se sube al avión.
Tres meses después.
El señor Vicente vuelve a viajar y
Ella le solicita el pasaje y le indica donde esta su asiento, le dice que espera disfrute del vuelo.
El señor Vicente se da cuenta de lo bella que es, para cuando reparó en este detalle, ya habían compartido juntos 25 vuelos sin escala en bissness class.
Ella ya no llega más tarde a ningún lado, incluyendo el trabajo.
El señor Vicente no sabe como llamar su atención y la solicita a cada rato con una excusa diferente.
Ella no espera más a ése que se fue y nunca más volvió. Por fin empieza a pensar que el amor puede estar en cualquier parte y que a veces es suerte y otras, destino.

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