Segunda parte: La feria internacional del libro
Domingo, más de las 5, la peor hora, el peor día. Ya rezongo de entrada, voy a un evento de índole familiar, todos los años la misma historia, digo que no voy a ir, no me interesa todo ese apretujamiento inútil, esa masa humana amorfa inundándolo todo. Me provoca nauseas. Pero siempre pasa algo: porque alguien consigue entradas gratis, alguna charla interesante, hay que cubrir la feria para alguna nota, en fin, siempre, algo a último momento. Esta vez, canta mi papá. Llegamos tarde, voy con mi hermana, garroneó las entradas de no sé donde, me pongo contenta y no pregunto. Mejor, sino había que ir como dos horas antes con el coro para el ensayo y entrar con ellos, ni loca.
Mi hermana canjea las entradas en la puerta, mientras tanto averiguo la sala, lo que sospechaba, sala roja, que esta atravesando la amarilla, pasando la verde y después de la ocre, lo que me suponía, al final de todo. Entramos, un mar de gente, vuelvo a pedir indicaciones porque me perdí, hago la cola, hay que hacer cola para todo, para preguntar, para comprar, para que te guíen, para el vaso de "Fernet Branca", para los volantes gratuitos, para los ejemplares de "Clarin" para los de "La nación", para el sorteo de suscripciones gratis de "El país", etc. Me toca el turno, la mina que hace de referencia para guiar me encaja una revista de la feria, no tiene plano, pone cara de, "ya esta que pase el que sigue", le interrumpo la cara, le pregunto, me explica, para llegar a destino habré hecho lo mismo con otras tres guias. La gente va por el tubo ese blanco que parece una carpa, yo por el costado, no de reaccionaria, se avanza más rápido. Efectivamente, mi hermana todavía sigue barada en el tubo de gente. La espero, entramos a la sala, llegamos justito. Canta, ni lo veo de tan lejos que esta, cuando sale le decimos que estuvo bárbaro que salió redondito y que sonó de mil maravillas. Quiere recorrer la feria, la puta madre, miramos un par de stands, finjo mareo, lo del dolor de cabeza ya esta medio trillado y me sacan la ficha al toque. Me siento un rato. Me hago la víctima y les digo que vayan nomás que yo los espero. Vuelven al rato, mi hermana indignada, por los precios, por los títulos, por todo, no se pudo comprar nada y encima no aceptan la libreta del profesorado. A esta altura pienso que ella debe creer que la libreta es una tarjeta de débito, la lleva hasta al boliche para ver si alguno se descuida y a lo mejor le hacen descuento en la barra. Nada, parece que no logró conmover a nadie, "es que acá están todos muy sobrios" le digo en tono irónico, pone cara de "que pelotuda que sos". "Es que es la verdad, no hay precios populares, ni libros de cocina en fascículos se puede comprar en esta feria de mierda", ahora sale con que Planeta es el Imperialismo, la educación que es para cada vez menos gente, el país que se cae a pedazos y nosotros mirando tele, mi papá se ofusca a la par. Salgo de mi letargo fingido, es el momento propicio y en un tono de ávida recuperación digo: "porque mejor no vamos a merendar por ahí". Me siguen, vamos los tres agarrados como nenitos en excursión de primaria, no nos soltamos hasta llegar a la entrada, tampoco hay necesidad, vamos por el costado del tubo y no sólo llegamos más rápido, logramos respirar, nadie se nos amontona, atravesamos la puerta, somos libres al fin. Yo sólo pienso en una buena excusa, se me acaba antojar un "cheesse cake" y necesito algo que explique el paso del estadio de la nausea al apetito voraz, nada, por ahora, ya veré, siempre se me ocurre algo.
1 comentario:
Idem. fui el lunes con los chicos de la Nocturna. Carísimo todo. El libro más barato a $80. ¿qué pretenden? Se re avivaron. Encima en uno de los stand de comics, los precios los tenian en euros ¡Estamos en Argentina, flacos!
Me re embolé. Imaginate mis pibes. Ya fueron mentalizados a mirar, pobrecitos. Es una Feria "elitista" orientada al turismo que puede gastar eso. Me dio mucha bronca. La próxima vez voy a la Feria esa que se hiso en la Estación chacarita. Seguro que ahí, hay mejores libros.
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