jueves, 14 de febrero de 2008

Tardanza a tiempo.

Él me llama y me despierta a las 7 y 20 de la mañana.
- ¿Hola, te desperté?
- Ah, bueno quería que no te olvides.
- Nos vemos, beso reina.
Yo me había puesto el despertador y media, o sea me iba a levantar, no era necesario ni el control ni la preocupación.
Mal humor.
Voy a hacer lo imposible para llegar, tarde, adrede.
Breve elongación sobre la alfombra, me incorporo de a poco, estirando todo lo que puedo o tengo conciencia de que existe a esta hora. Me lavo los dientes, me miro en el espejo unas 100 veces hasta reconocerme hasta perderme, me busco, no insistas es muy temprano.
La ropa no es problema, no estoy en casa así que no tengo más opción que ponerme lo que traía puesto ayer. Me cambio, tranquila, me pongo los aros, acomodo la cartera, voy a la cocina tomo dos vasos de agua. Ya estoy lista para salir.
Al principio iba a tomar el tren, pero llegaría más que a horario y no es la idea. Mejor buscar una opción con más demora: el 152, el 59, no a esa hora todavía hacen rápido. Lo mejor es el 130, solía tomarlo para ir a mi ex trabajo y era un calvario, nunca venía, siempre tarde, esa es mi opción pienso. Camino hasta el paso a nivel del tren, lo atravieso, el tren quedó descartado después del cepillado de dientes y antes de los 2 vasos de agua. Sigo caminando, llego a Libertador, vienen todos, menos el 130, se dibuja en mi rostro una enequívoca sonrisa de venganza. Los veo venir: el 15, el 29, el 160. Pasan 7 minutos y por fin llega. Me subo, asiento vacío, milagro pienso. Em mi mp3 suena Desaparecido de Manu Chao, y me taladra la cabeza el cuando llegaré, cuando llegaré, paciencia le digo, paciencia me digo.
No hay tráfico, ni un semáforo nos detuvo, todo derechito como si fuera un tranvía disfrazado de colectivo. Arribo más que puntual. Retiro. Llego 5 minutos antes del encuentro, cinco minutos antes de lo previsto, porque él me llamo para cerciorarse de que me iba a levantar a horario y no lo iba a dejar pagando, él me despertó 10 minutos antes de que sonara el despertador, en pleno sueño, él no confía en mi memoria y se ampara en mis olvidos, él, todavía no llegó.

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