lunes, 17 de septiembre de 2007

Y acá estoy yo, sentada al borde de la cama, como preparándome para una ceremonia inexistente, leyéndote, adivinando tus gestos, tu calor y mirándote a los ojos porque éste es mi regalo y ya sé que me van a decir tus palabras, así que prefiero mirarlos a ellos, celestes con un anillo marrón, imperturbables, amplios y profundos.
Tengo una decena de cuentos para leerte y un sin fin de historias para contarte, si con eso alcanzara..., pagaría con silencio si con eso alcanzara, pero no. No se, si como en el texto "hubiera sido capaz de romperte la memoria a balazos para que no recordaras nada de ninguna otra", pero en su momento, juro que hubiera luchado con todas mis fuerzas para torcer, aunque sea un poquito, al destino a mi favor.
A veces pienso que nos tiene un poco de envidia.
¿Sabes una cosa?
Me cago en el destino.

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