jueves, 7 de julio de 2011

Una de chicos.


   En menos de tres semanas me esguincé dos veces el tobillo. Resignada por la mezcla de torpeza y mala suerte, hice -obedientemente-, reposo por cuatro días.
De todas las películas que tenía pendientes de ver, sin duda, "Plan B" ganó por lejos. La vi dos veces.

La trama es un poco naif, más acorde a las pinky-movies de Hollywood, pero cuando la historia empieza a rodar, poco importa el argumento.

Bruno es un chico al que lo dejó su novia y busca desesperadamente recuperarla. Como ella se niega a volver con él, porque está nuevamente en pareja, a Bruno se le ocurre "El plan B". Enamorar al novio. De ahí en adelante asistimos a la bellísima historia entre Bruno y Pablo. Se conocen a instancias de los artilugios maquiavélicos de Bruno, pero a lo largo del film se conectan, se histeriquean y se seducen hasta enamorarse.
Lo más destacado de la película es la fotografía y la exquisita selección de las escenas. Con climas íntimos para retratar esta historia plagada de erotismo y diálogos casi improvisados que evocan a la infancia de los personajes. Así, los protagonistas, en principio amigos, sin darse cuenta empiezan a compartir demasiado tiempo juntos.
Con un presupesto mínimo, "Plan B" fue filmada en diez días con una cámara HD. Esta película se suma a la promisoria carrera del joven director Marco Berger que tiene los cortos anteriores: "Una última voluntad", "El reloj" y la intervención en el largo "5", película basada en los cuentos de la antología, "En celo", que sacó la editorial Mondadori en 2007.
Su última película, "Ausente" -todavía no estrenada comercialmente en nuestro país- ganó el "Teddy Bear" en el último festival de cine de Berlín.

Marco Berger da indicios claros y firmes de convertirse en una de las figuras del inagotable -por suerte- "nuevo cine nacional". Habrá que esperar hasta agosto para ver su segundo film. Paciencia.


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