martes, 28 de septiembre de 2010

El señor de las llaves.

El escultor Andrés Zerneri supo desde muy joven que tenía vocación artística. De formación auto-didacta y a diferencia de sus pares que soñaban con ganar certámenes y becas Zerneri entendió que lo suyo tenía que ver con poner el arte al servicio de la comunicación política. Así fue como a principio de los noventa fue parte de la formación de la comisión contra la represión policial contra el gatillo fácil CORREPI en Neuquén, donde vivió su adolescencia, realizando intervenciones artísticas en contra de la violencia. En el año 1994 se instala en Buenos Aires y trabaja de forma activa en la formación de la agrupación HIJOS mostrando como la denuncia también podía ser manifestada a través del arte. Durante años, además de sus obras que fueron presentadas exitosamente en muestras y exposiciones realizó numerosos murales en la vía pública. Pero su notoriedad se hizo evidente cuando en 2008 inauguró en la ciudad de Rosario el monumento al Che Guevara. Una escultura de cuatro metros de altura hecha en bronce por medio de una multitudinaria colecta de llaves en la que participaron unas 15.000 personas. Con el objetivo de repetir la experiencia propuso junto a Osvaldo Bayer un proyecto para construir un monumento a la mujer originaria que reemplace a la figura del General Roca que está en Diagonal Sur y Perú, en la capital porteña.
Ahora es temprano. No son todavía las 10 de la mañana y hace frío, razones más que suficientes para justificar como mínimo respuestas a desgano. Sin embargo Zerneri está de muy buen humor. Su gato da la bienvenida en el estudio mientras él prepara un café en la cocina. Conversamos, hace chistes y se ríe de sus propias ocurrencias. El teléfono no para de sonar, es que su estudio-casa funciona también como centro de acopio a donde la gente puede remitirse para hacer donaciones de llaves y bronce. Deja el teléfono en otra habitación para evitar distracciones y empieza la charla.
¿Cómo surge la idea de hacer un monumento a la mujer originaria?
En realidad es una idea de Osvaldo Bayer. Lo conocí en el 2008 durante el último año de trabajo por el monumento al Che. Nos veíamos seguidos en actos y en los diferentes festejos que hubo. En uno de esos días sugirió en voz alta que aprovechando la exitosa experiencia del monumento, era muy bueno utilizar ese mismo método para realizar en conjunto y con la solidaridad del pueblo un homenaje a los pueblos originarios. Y así fue como quedó planteada la iniciativa.
¿Habías pensado después de lo del Che en proponer otra escultura?
Continuar con la experiencia es lo que realmente da una perspectiva de la fuerza y de lo que se puede generar trabajando en conjunto. Para poder construir la escultura del Che se necesitaron 75.000 llaves y se juntaron entre 15.000 personas. Eso de alguna manera sentó un precedente interesante. Cada vez que le pregunto a la gente mayor sobre si en algún momento se generó algo parecido en torno a la figura del Che, te contestan que no recuerdan un antecedente así. Repetir la experiencia me parecía totalmente necesario porque de alguna manera es como trazar una línea para generar una trayectoria en este tipo de actividades colectivas.

Mucha gente se pregunta si no es un desafío más grande reemplazar la figura de Roca en la capital porteña.
Yo, a veces juego a preguntar, ¿sin el antecedente de la estatua del Che qué sería más difícil?, ¿hacer un monumento a un revolucionario con las ideas y convicciones del Che o hacer un monumento a los pueblos originarios? Y la gente te dice que al gobierno le jodería más un monumento a un revolucionario por el significado ideológico. Y yo también coincido con eso. Ahora, en perspectiva, si al más difícil ya lo hicimos, estamos bastante seguros de que vamos a poder hacer éste. Algunas personas también me dicen, “pero justo ahora que esta Macri”. Sabemos que es bastante hostil a este tipo de proyectos. Pero te digo la verdad, a mí me gusta más que sea así, porque deja más claras las cosas. Para cuando hayamos terminado vamos a tener la escultura más grande que se hizo en Argentina realizada en bronce. Para eso tienen que haber participado por lo menos 50.000 personas. Para una escultura de cuatro metros de altura como fue la del Che participaron 15000 personas y hoy hay más cantidad de centros de acopio y más gente que dona menos bronce, o sea, vamos a lograr la misma cantidad de bronce pero con mas cantidad de gente. Me parece importante que haya tantos dueños del proyecto. Porque ya no es un artista o una comisión o un Osvaldo Bayer a quien se le ocurrió, sino que al haber tantos dueños la escultura es la prueba física de la voluntad de una gran cantidad de personas. Entonces si el proyecto se atasca en algún lugar va a ser en la figura pública de una sola persona y se va a entender bien que no es un trámite, no es la burocracia, es una persona en particular la que impide que se lleve a cabo.
¿Y si se llegara a demorar más de lo esperado, pensaron en plan B?
Sí, el plan B es la otra forma de intentar lo mismo y el plan C es otra forma de intentar lo mismo, dice riendo.
¿Cuándo tienen pensado inaugurarla?
El año pasado decía que era este año, que anotaran en sus agendas que el 11 de octubre de 2010 íbamos a estar inaugurando el monumento a la mujer originaria. No llegamos con el bronce que es lo más difícil de calcular. Tenemos un tercio del bronce que necesitamos y como no dependemos de un sponsor ni de dinero ni de la voluntad política de nadie los tiempos no son exactos. Pero con cada donación estamos cada vez más cerca, puede atrasarse un poco pero lo vamos a hacer igual. Además se trata de hacerle un regalo a la Ciudad, a nuestro patrimonio escultórico, con lo cual no tenemos que venderlo es un proyecto que no necesita dinero no hay que comprar nada en ninguna de sus etapas, no tiene aristas en el sentido político, es muy claro lo que queremos difundir. La escultura sólo es la parte física del proyecto, lo más importante de todo no es el bronce, sino el mensaje que queremos dar de ensayar organización, de unirnos. Y sobre todo, personalmente, me siento más atento a que participe el ciudadano no originario más que el originario. Aquellas personas que no cuentan con información de la identidad que tenemos como pueblo. Hay gente no sabe que se hablan 14 lenguas autóctonas en nuestro país. Cuando voy a las escuelas a difundir el proyecto y pregunto, ¿cuántas lenguas se hablan en nuestro país?, te dicen “una” y cuando les recordás otras lenguas te dicen, “no, pero esos son dialectos”. Se hablan catorce lenguas en nuestro país y hay de 26 a 30 comunidades que tienen una gran cantidad de reclamos para hacer y recién están empezando a oírse por la situación de la explotación de la minería que pretende desplazar fuera de sus tierras a los pueblos originarios, pero son denuncias que se vienen haciendo hace más de 15 años. Por pérdida de su lengua, por pobreza indigna y por la usurpación de sus territorios. Creo que ahí está la verdadera sustancia del proyecto. Que un grupo de personas vivamos en la capital de la Ciudad de Buenos Aires, nos permite de una forma artística, llamar la atención para que muchas más personas alrededor del país se enteren que en la Argentina se hablan 14 lenguas. Y que tiene que ver con la identidad de todos que cuando hablamos de los pueblos originarios. La mayoría de la gente no sabe que el sesenta por ciento de la población tiene un vínculo genético con los pueblos originarios. No hablamos del pasado sino del presente e indefectiblemente del futuro, que es lo que más nos preocupa. Por eso hacer el monumento a la mujer originaria es una estrategia de comunicación para dar a conocer esta parte de nuestra historia.
¿El monumento a la mujer originaria lo pensaron en el contexto del bicentenario?
Nosotros queríamos hacer coincidir la inauguración del monumento con el bicentenario. Como una interpelación. Pensamos que tenemos 200 años de antigüedad y estamos junto a gente que se supone que esta hace 15.000 o 20.000 años en esta tierra.
¿Por qué bronce?
El bronce es un subrogado del oro, es uno de los pocos metales que también es dorado como el oro y ocupó un lugar desde el inicio de las civilizaciones como símbolo, en esculturas y estatuas, de adoración de homenaje o de culto. Me pareció interesante resignificar la historia de los monumentos. El bronce es un elemento frío, institucional si se quiere y la persona más reproducida en monumentos es el general Roca. Yo pasaba bastante seguido por donde está el monumento. Y siempre pensé que como artista plástico tengo la feliz obligación de generar un cambio. Por eso la propuesta es hacer un monumento a la mujer originaria y dárselo al Estado. Los artistas debemos ser con o sin políticas culturales. Hay un fenómeno muy interesante que se da en este país. Aún con lo más profundo de cualquier crisis los artistas siempre están juntándose y generando actividades, por eso pienso que esta bueno esto como iniciativa porque lo que se mide es la fuerza de la gente en conjunto.
¿Por qué llaves?
La llave es algo que está en la casa de cualquiera, si una llave se te rompe no es que la vas a tirar, queda ahí arrumbada, todos tenemos alguna llave que no sirve más guardada. No es un elemento caro, está ahí, a mano en la casa de cualquier persona y es como un pequeño granito de arena que parece metafórico pero que es concreto. Porque esa llave más muchas otras llaves hacen que podamos lograr la escultura más grande de Argentina.
¿Cómo responde la gente a la convocatoria?
Muy bien, es muy gratificante. Cada vez que alguien viene a traer llaves te cuenta una historia. “Esto lo guardé durante 20 años” o “Ésta es mi medalla de mejor compañero” o “Éstas son las llaves de mi tía exiliada”. Lo que le sucede a las personas es muy movilizador desde lo afectivo. Ahí te das cuenta donde está el núcleo de este tipo de proyecto.
¿Cómo informan acerca del proyecto?
Voy a muchos colegios primarios donde hacemos charlas y pasamos videos y los chicos se acercan con una cajita de llaves como colaboración. Hay una gran cantidad de centros de acopio en donde la gente puede colaborar donando bronce.
¿Cuál va a ser la imagen de la mujer originaria?
No está totalmente definido porque hay que consultarlo con los pueblos originarios. No tenemos una fisonomía exacta, además el rostro de las mujeres de los pueblos originarios es muy diverso entre sí. Debería ser un rostro representativo.
¿Pensás en otros proyectos?
Sí, sí, pero más bien pienso es descentralizar un poco la figura del artista que hace esculturas y tratar de generar grupos de artistas que trabajen de esta manera. Proponer una especie de taller-cooperativa de monumentos de luchadores populares para que el espacio público cuente con eso.
Después de la entrevista hacemos una recorrida por las obras próximas a exponer que tiene en su estudio. Interrumpe el timbre. Se abre la puerta y un hombre mayor entra sin pedir permiso. “¿Acá es lo del diario, no?”, dice. Zerneri, un poco confundido le pregunta a quién busca. El hombre se abre paso, sube las escaleras que llevan al estudio del escultor y se para frente al recipiente que sirve como depósito de llaves. “Ve, sí, es acá, yo tenía razón”, dice. Suelta un manojo de llaves y saluda afectuosamente con la promesa de volver con más bronce. Será la primera visita de muchas, porque a lo largo del día la gente irá tocando el timbre para compartir historias muy parecidas a ésta.

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