jueves, 6 de diciembre de 2007

Ventajas comparativas.

Lo mejor de escribir (ya sea bien o mal, incluyendo toda la gama de grises entre bueno y mediocre) es que uno puede inventarse los finales. Y poner en la boca de los personajes, todo aquello que se nos dé la regaladísima gana.
Porque si hay algo que nos sobra señores, son palabras.
He dicho.

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