martes, 9 de septiembre de 2008

Sobran motivos para ir a verla.

Mi primer vocación fue la pintura. Amor a primer trazo, no digo que era buena, digo que me esforzaba, estaba perdidamente enamorada de de Van Ghoh, de su arte y del empeño que le había puesto a su obra aún sin el calor de la contención familiar y sin el amor de alguna musa. Eso pensaba: "a este chiquito le hace falta una musa, triste destino el nuestro, puro desencuentro."
No es precisamente el caso de Teo y Clara los protagonistas de esta película. Si hay algo que sobra es encuentro. Mucci logra retratar sin fisuras y con deliciosa puntillez a cada uno de los personajes. Verdadero hallazgo narrativo porque el amor, a veces, además de cursi suele ser trillado. La película no cae en ningún momento y es de un deleite sublime por la exquisita forma en la que está contada. Excelente vestuario y fotografía. Ayuda, y esto hay que decirlo, las locaciones en las que fue filmada, el tango y por sobre todas las cosas la cara de Celeste Cid, en esos primerísimos primeros planos que más de una no resistiría y que recuerdan por momentos, a esa mezcla de picardía y ternura del famoso personaje de la película francesa "Amelie".
Se me ocurre empezar a contar la historia a desovillar la trama, pero no, todavía están a tiempo de levantarse de la silla y meterse en el primer cine que encuentren.
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