domingo, 12 de diciembre de 2010

El hombre de al lado.

Vi el hombre de al lado hace unos días. No llegué al cine así que no tuve otra opción más que esperar a que saliera en DVD. Con lo cual, como quien hace leña del árbol caído, es una redundancia decir que la película es excelente.
El hombre de al lado no deja de cosechar premios, es firme candidata para los premios Goya del 2011 y estuvo cabeza a cabeza con "Carancho" la película de Pablo Trapero para competir por el Oscar.
Duprat y Cohen traen algo muy íntimo y por eso efectivo en función de la historia: la mirada del otro. Lacan, Freud, palabras más, palabras menos, dirán que la mirada del otro me construye a mí como sujeto cuando soy mirado, antes de la mirada no hay sujeto, esta relación primaria fundada en el vínculo materno es eje y marco de todas las otras que tendremos. Pero qué pasa entonces cuando hay una mirada permanente de un otro que no queremos. La película es eso, un foco constante en cada uno de los personajes. El conflicto es sencillo, pero no por eso menos efectivo. Un vecino que quiere "robar unos rayitos de luz", haciendo una pequeña ventana, y con su romántica intención desarticula el aparente equilibrio de Leonardo, el diseñador que vive junto a su familia en la casa donde linda la ventana.
Hay una sensación de agobio en Leonardo que se va incrementando a medida que transcurre la película. Porque cuando se mira detenidamente y sin pausa se suele ver más de lo que uno quisiera mostrar.

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