martes, 26 de octubre de 2010

Desgracia con suerte...

... es cuando de repente y sin previo aviso el monitor empieza a hacer unas rayas furiosas que no ceden ante tus torpes primeros auxilios de golpear la pantalla y tocar el menú. Es ahí donde empezás a pensar que vas a tener que pedir prestado un monitor a tu amiga o irte a vivir a un locutorio porque tenés que entregar dos notas mañana y sobre todo porque te acabas de gastar tus ahorros en un sommier, una biblioteca, una silla y una mesa de luz nueva pensando en ir de a poco amoblando el espacio para cuando te mudes. Y ves claramente como se te van empañando las vacaciones y nublándose de cuotas de la tarjeta tu magro sueldo.
Pero menos mal que respiraste hondo, diste vuelta el mueble de la computadora, te armaste de paciencia y desenredaste uno a uno los cables. Dio sus frutos, estaba desenroscado el enchufe del monitor. Volvés a mirar y todo esta ahí como hace cinco minutos atrás: los muebles de la mudanza, las vacaciones y la estúpida y cristalina ilusión de que se puede ahorrar.
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