Estoy en mi computadora trabajando. En pijama. Ya ordené, ya guardé la ropa, ya me hice la cena, ya no tengo excusas. Transcurren apenas unos minutos, me empiezo a concentrar. Estoy progresando y supero rápidamente la página en blanco. Escucho de fondo, lejos un sonido de teléfono celular. Afino la escucha y puedo descifrar el achicharrado sonido, porque tengo un aparato polifónico en donde los temas suenan a una berreta imitación de su versión original, del tema cool de mi compañía de teléfono. Que espere. Ser siempre la que espera me da ventaja, me da derecho a no atender de primera. Me levanto y voy hacia el comedor en busca de la cartera. En el trayecto el sonido desaparece. "Mejor, que vuelva a llamar", pienso. No encuentro la cartera, no encuentro el teléfono. Vuelvo sobre mis pasos, adivino algo que se parece bastante a mi cartera, es. Está colgada, como la dejé apenas llegué. La abro, saco el teléfono. Está en vibrador y sin ninguna novedad.
Acabo de perder otra media hora imaginando lo que a estas alturas parece imposible.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario