sábado, 8 de agosto de 2009

En una de las paredes blancas puede ir el cuadro de Klimt que tanto nos gusta, porque al resto de la casa pienso ponerle más color, no sé si rojo, más bien un bermellón y verde kiwi y violeta como las ojotas esas que llevo a la playa todo el tiempo cuando nos vamos de vacaciones.
No podemos vivir en el mar, no importa, alguna pared irá de azul-celeste o algo más tenue para que no impacte tanto la mezcla de colores, al comedor pensaba dejarlo lo más blanco posible, porque aparte del cuadro quiero poner la pantalla para proyectar, esa que heredaste de tu abuelo y que cuidas tanto que terminamos viendo pelis en el mini-televisor del cuarto.
A mí me parece que entra todo, y lo de los colores, bueno, podemos discutirlo.
No vale todo blanco, no es un color.
No se usa más el "ocre", ni el "cremita", ni el "beige", eso, amor mío es demodé.
Pd) Lo de las cortinas lo vamos a dejar para más adelante, por ahora que entre toda la luz posible, en verano lo conversamos.

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