Me gustaría decir que me fui de viaje, que cambié de laburo, que me volví famosa o que un hombre me hizo una propuesta que no pude rechazar y que me pesa el dedo anular porque la piedra es legítima, pero no, nada de eso, mejor dicho: nada más lejos de mí. Y la verdad es un alivio. No sé que me pasa, se me dio por medir las palabras, por pensarlas, saborearlas y encariñarme tanto al punto de darme pena pronunciarlas y guardármelas.
Algunos le llaman a tales síntomas madurez, a mi me suena a gente que se puso vieja de golpe así que prefiero llamarlo prudencia, me gusta más.
Y el resto como siempre, los sumarios que se apilan en mi cabeza, la teclita del send que la separa un óceano de mi índice, las materias ahí esperando el golpe de gracia de mi voluntad y mis alumnos bien, ellos siempre están bien, es más, la semana pasada me dieron una sorpresa tan linda que cada vez que me acuerdo me pongo toda contenta.
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