jueves, 9 de agosto de 2007

Estrella de cine

Tenia 8 o 9 nueve años, estábamos de vacaciones en Córdoba con mi familia, y yo me la pasaba jugando con el hijo del señor de la casa de al lado, mi casual vecino por esos días. El hijo del señor era muy chico, y la verdad me aburría un poco, pero claro mis secretas intenciones eran para con alguien que estaba de visita, un amigo, no recuerdo ni siquiera el nombre. El tendría algo así como 10 o 11 años y yo pensaba que era muy grande, pero no me importaba, era hermoso, me acuerdo de los ojos negros, limpios y la mirada más profunda del mundo, es que se le notaba todo cuando miraba, o será que yo lo miraba demasiado, no se. La cuestión es que me las ingenié con la ayuda de mi mamá para invitarlo a tomar un helado. Él, yo y mi mamá. Mientras caminábamos no podía sacarle la mirada de encima y él, nada. Se sentía medio incomodo se ve, porque en un momento le quise dar la mano y me dijo: No, los hombres caminamos solos. Tras mi frustrado intento emprendimos la vuelta y llegamos hasta el porsch de entrada. Mi mamá entró y nos dejó a los dos afuera. Yo me senté sobre una especie de cerca que tenia la casa y me quede quietita sin decir nada, él tampoco dijo nada y como adivinando la despedida cerré los ojos, entonces me beso la frente con ternura. Abrí los ojos y mi mirada debe haber sido de tal decepción que me dijo al oído: no mires y cuando tuve los ojos bien cerrados, sin espiar ni un poquito me beso despacito los labios, me debo haber quedado un buen rato colgada, como flotando, porque para cuando los abrí de nuevo él había desaparecido. Esa noche no pude dormir, me venían una y otra vez las imágenes a la cabeza como si fuera una secuencia de película.
Cada vez que las cosas no son como en la películas, pienso en esa imagen, en ese momento, como si recordarlo me devolviera algo de esa nena que no se bañó por dos días, para evitar que se fuera del todo el sabor del beso, para lograr retenerlo a él, aunque más no sea con el recuerdo.

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