- No te va a gustar.
- Dale.
- En serio, se llama no te va a gustar dice, y se ríe con sorna.
Fue la primera vez que los oí, de boca de un amigo que ante la insistencia de la que suscribe, se sacó un auricular y me convidó.
NTVG, es también la música del enamoramiento. Horas con las mismas canciones del mismo disco, pensando en él y caminando las mismas cuadras, todos los días al volver del trabajo, el viaje se hacía corto. Podía volverme de Luján con ese disco y no es la cosa esa estúpida de todos los idiotas enamorados que piensan que están salvados porque el amor cura sana y dignifica. Es más bien la sensación totalmente racional de creer la pelotudez esa de que el otro hace que la adversidad sea menos intempestiva. De que uno a veces puede sentirse menos solo y creer que eso esta bien. Pero una cosa es resbalar o caer y otra muy distinta es derrapar. Y a veces pasa eso que te dejas, porque te parece que no, que no va a volver a pasar, pero sí. Y no importaba si había sol o llovía, se sentía tan bien, acá, adentro. Ahora todo es diferente. Ahora no puedo caminar por esas cuadras, están prohibidas y no importa si estoy sola, acompañada o con otra música, igual me invade la melancolía. Cambié el trayecto a la fuerza pero hay veces, como la de hoy, que por la lluvia el colectivo se desvía y el mp3 grita solo en medio de la gente: "Que lindo que era verlos caminando un alma sola dividida en dos, la orilla de ese mar los encantaba, quedaba todo quieto alrededor"...
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