domingo, 31 de mayo de 2015

Listas de domingo.

   Soy una persona ansiosa, muy. Y es sabido que el tiempo,- para gente como una- por la cantidad de cosas que pretendemos hacer con él, jamás alcanza. Por eso los domingos hago listas de todo lo que quisiera hacer o terminar. Como si el domingo fuera la antesala de una semana menos tumultuosa si sabemos aprovecharlo.
   Ahora, por ejemplo, tengo dos tiras de papel angosto al borde del escitorio. En la primera anoté: anteproyecto tesina, texto taller, devolución Dolo, edición make up, sumario. Y como si esto fuera poco, una segunda tira que dice: servilletas, papel higiénico, leches, fernet, gaseosas, bananas, queso crema light, enjuague de ropa, tapas de tarta, fósforos, huevos.
    Son las cuatro de la tarde y no taché aún ningún item de las listas. La derrota empieza a colarse por la ventana. Ya siento como el sol no es tan nítido y empieza a caer, sin pausa hasta llegar al ras de mi balcón. Hay una tarde en baja y una semana que se avecina, intensa y feroz. O puede que no, puede que mire al balcón y me dé cuenta que en realidad, si abro de par en par las cortinas, la tarde está ahí, impoluta y azul. Y que el tiempo transcurre a la velocidad de lo que hagamos.
Elijo la lista del súper y me sumerjo en la tarde. 

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